Y después el cine.
Un cine de domingo nublado.
Un cine de madera blanca,
donde la película, buena y todo,
al fin y al cabo, fue lo de menos.
Después salimos.
Nos bastaban apenas
unas pocas palabras.
Y después...
Después siempre.
RICARDO ZELARAYÁN
(Fragmento del poema "Quince minutos después")
La fotografía es de Johan van der Keuken