lunes, 19 de agosto de 2024

Más allá de lo explícito: pasado y presente en "Crónica de una fuga"


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Cada día admiro más el genio de Adrián Caetano en Crónica de una fuga. Ya sabemos que, entre sus muchos aciertos, tuvo la audacia de apelar a los códigos del cine de terror, haciendo que la Mansión Seré nos aplaste con el aura de una casa embrujada. Lo extraordinario es cómo el director decide rematar esos movimientos de cámara en torno de las escaleras: en el mismo momento en que nos envuelve con los afectos ya cultivados por otras películas del género (entre las cuales Psicosis es sólo la más popular), nos hace chocar contra esos objetos amontonados ahí que definen algo propio de nuestra historia de represión política: el robo.

Las heladeras sintetizan muchas cosas. Actúan como un temblor en nuestra percepción, un golpe de lo banal-siniestro que desaloja el clima de terror convencional y nos ancla en esta tierra desolada, en ese pasado que prolonga su crueldad a este presente de asfixia y estupor. El sistema económico que se impuso en 1976 no se pudo revertir y hoy la miseria planificada nos está destruyendo sin que podamos reaccionar. La idea es precisa: la heladera como metonimia de la comida. El alimento del pueblo. La más llana subsistencia. Ganaron y nunca se detuvieron. Hoy ya ni necesitan ser clandestinos. Están avalados, a pleno sol. Y por si quedan dudas de la relevancia que Caetano le otorga a ese objeto, al final muestra cómo los torturadores trasladan una heladera robada en un secuestro.

“La postdictadura es lo que queda de la dictadura, de 1984 hasta hoy, después de su victoria disfrazada de derrota. Este pasado-presente, que no puede concebirse, sí puede representarse. Y su representación, leída a posteriori, demuestra haber demandado una estética protoexplícita”, afirma Silvia Schwarzböck en “Los espantos”, una obra lúcida, reveladora y escalofriante, quizás el ensayo argentino sobre arte y política más importante escrito en este siglo.

Hoy no sólo nos están saqueando con una obscenidad desatada y jactanciosa. Parecería que además nos están haciendo desaparecer el alma. Y lo estamos permitiendo.


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