Pregunta: Vos mencionabas antes Un condenado a muerte se escapa, que es una de tus influencias que más se comentan.
Leonardo Favio: Es que, ¿quién no vio a Bresson? Era el cine que se veía. Bresson, Antonioni... Esa película me conmovió, me gustó mucho. Me enamoré de sus tiempos, que eran los míos, el tiempo de Luján de Cuyo, de Mendoza. Eran los tiempos nuestros. Porque transcurrían de otra manera: no era el vértigo de Buenos Aires, no era el que tenemos ahora a través de la televisión. Cuando yo vine de mi provincia todo era más lento. Uno se quedaba al lado del río, andaba en sulki... Una alta velocidad eran 80 kilómetros. Eso vi en Bresson. Y después, cuando vi El carterista (Pickpocket, 1959), vi el lumpenaje que yo conocía desde mi niñez. Y además hay un profundo amor en sus películas, que es lo que yo más rescato de él: la ternura con la que traza sus cosas. No la comprensión, sino el entender que uno puede ser el otro, que es meramente una circunstancia que uno no sea el otro, tanto el que hizo daño como el que hizo el bien. De ahí que mis personajes nunca tengan la cara correspondiente: yo no filmo al malo con cara de malo, al bueno con cara de bueno...
Fragmento de una entrevista publicada
en el libro 60/90 Generaciones. Cine argentino independiente (editado
por Fernando Martín Peña y publicado por el museo Malba).