Nos hemos desacostumbrado a ver un flujo de imágenes
que no tenga nada que ocultar
y que, en lugar de insinuar otro significado,
quiera decir todo lo que nos muestra.
Estamos acostumbrados a desarrollar automáticamente
una especie de distancia irónica entre nosotros
y lo que ocurre en la pantalla.
Pero en las películas de Ozu
no existe necesidad alguna de ironía, ni de abstracción.
Por el contrario.
Esas películas quieren que nos desprendamos
de nuestros preconceptos
y que revisemos nuestras expectativas.
esa mirada puede parecer ingenua,
tanto por parte del narrador como de lo narrado,
pero yo creo más bien lo contrario:
nuestro distanciamiento automático,
nuestro rechazo irónico (o cínico) de toda la “realidad de la película”
seguramente sea un mero mecanismo de defensa,
como si tuviésemos que mantenernos a toda costa fuera
para no perder la cordura.
Sin ese distanciamiento automático
seríamos vulnerables en extremo.
Como los niños…
*Fragmentos del texto “Yasujiro Ozu: el paraíso perdido”, publicado en el libro Los píxeles de Cézanne (Editorial Caja Negra, Buenos Aires, 2016).
Las imágenes pertenecen a la película Una gallina al viento (1948), gema de Ozu vista en la retrospectiva que se está desarrollando en la sala Leopoldo Lugones.
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