En 2017 MORIR EN VENECIA cumplió 10 años de
existencia en internet. Para ser precisos, el aniversario fue en septiembre, y cuando llegó ese mes
tuve la intención de escribir un breve post al respecto para
compartir el texto que van a encontrar aquí abajo, escrito por
Alfred Hitchcock. Lo descubrí en el libro publicado por la editorial
Cuenco del Plata, que reúne entrevistas y artículos escritos por el
propio director a lo largo de su carrera. Pero los días fueron
pasando, los meses también... hasta que terminó el año. Nunca me
olvidé de las hermosas palabras de Hitchcock, pero me costaba cada
día más sostener su bandera frente a la feroz realidad que vivimos
en Argentina en los últimos meses. Nos quieren hacer creer que la
expoliación de los derechos conseguidos es inevitable, y que desde
ahora solo nos queda hundirnos día a día en una derrota moral que parece no tener
fondo. Y sin embargo, aquí estamos.
Y mi deseo es cuidar este
espacio, aunque eso sólo me importe a mí. Aquí, básicamente, escribo sobre películas
(cuando puedo), anuncio ciclos de cine, comparto poemas a los que
vuelvo siempre (les necesito para respirar), y divulgo ideas de otros que me resultan esenciales.
Es como un cuaderno de apuntes público. Aspiro a que sea un humilde rincón de resistencia cinéfila, como tantos otros miles que pueblan la red. Haré un receso hasta
mediados de febrero, pero luego seguiremos. Y claro, coincido
plenamente con la concepción filosófica del gran Alfred. Aunque aparezca teñido de
religiosidad, este texto es un verdadero manifiesto político que nos
vuelve a ubicar en ese lugar de lucha y asombro permanente que no debemos negociar: somos sujetos históricos. Y el entusiasmo
depende de nosotros, incluso ahí... sí, especialmente ahí, cuando estamos en el fondo.
Muchísimas gracias a todos los que han
acompañado a este espacio durante esta década.
¿Le gustaría conocer el futuro?
Por Alfred Hitchcock
"¿Les gustaría ser capaces de predecir
el futuro? Pues no sé si sabían, pero los directores de cine lo
pueden hacer. Al realizar una película, toman las imitación de un
trozo de vida en sus manos y lo organizan como quieren. Saben, desde la
primera escena, exactamente qué va a pasar en la última.
Ahora bien, esta es una facultad casi
divina. Le da al director un gran sentido de poder. Pero presenta un
pequeñísimo problema. El director de cine no está trabajando con
algo real. Es sintético. No es la vida misma. ES sólo una imitación
de la vida.
En la vida real, podemos planificar y
tomar precauciones, y esperar que las cosas sucedan de cierta forma.
Pero nunca podemos estar seguros. Y a veces me pregunto por qué,
cuando tratamos con demasiadas ganas de controlar el futuro,
recibimos una conmoción desagradable.
(….)
… con el correr de los años, he
llegado por fuerza a la conclusión de que el futuro incierto es una
de las leyes más obligatorias de Dios, y que los esfuerzos
científicos por predecir el futuro también están destinados al
fracaso. Existen dos razones principales para esto.
La primera razón es simple. En la
vida, si supiéramos el resultado de todo, no sentiríamos ningún
placer de vivir. ¿Cuál sería la emoción de ir a un partido de
béisbol si conociéramos de antemano qué equipo va a ganar? ¿Por
qué ir a pescar si ya sabemos que vamos (o no) a atrapar algo? Lo
desconocido resulta atractivo precisamente porque es un misterio. Por
ejemplo, el concepto del cielo: ¿no perderíamos un poco el interés
si supiéramos exactamente cómo es?
Así que, al mantener oculto el futuro,
Dios está diciendo que las cosas serían muy aburridas sin suspenso.
Pero creo que tiene un motivo más
profundo que ese al negarnos saber qué depara el futuro. Pienso que
también está siendo misericordioso. Porque, si la vida vendría a
ser aburrida si conociéramos el mañana, también sería terrible.
Y así, he llegado a creer que el
futuro incierto es uno de los regalos más misericordiosos y emocionantes que nos ha dado Dios. Sin él, no habría nada que
esperar; peor, no habría nada que desear. En todo caso, nos guste o
no, tenemos que vivir con ese hecho.
Cómo vivimos con esto depende de
nosotros. Podemos vivir en un estado de constante ansiedad por el
futuro, siempre temerosos de que, a la larga, el malo va a ganar, la
injusticia va a triunfar y la humanidad se autodestruirá.
O podemos usar el regalo de formas
creativas; ayudar a que ganen los hombres de buena voluntad y a que
triunfe la justicia, y creer en que el drama del hombre terminará en
felicidad.
En otras palabras, podemos vivir en un
estado de desesperación crónica o podemos vivir con fe en el
futuro, a pesar de que se halle oculto.
Sí, lo mejor del futuro es que se
revela un día a la vez. Y, todos los días, doy gracias al cielo
porque el mañana no pertenece a ningún hombre. Le pertenece a Dios.
*Extraído de Hitchcock por Hitchcock. Alfred
Hitchcock. Escritos y entrevistas I. El cuenco del plata (Buenos
Aires, 2016)
Las imágenes pertenecen al film "Rich and Strange", de Alfred Hitchcock.