Por Jacques Rivette*
"Todas las grandes películas son crónicas. Y toda progresión dramática cede ante el orden de la simple sucesión temporal. Sólo algunos personajes, justamente los que se oponen y los que rechazan, son «dramáticos», e incluso a veces teatrales, pues sus ideas les habitan igual que sucede en el escenario; todos ellos quedarán finalmente deshechos, rotos, abandonados a la simplicidad. La «caracterización» no es la estilización o la creación de tipos, sino la búsqueda atenta y paciente de lo que permanece en una persona o de lo que es pasajero, instantáneo, transitorio: se trata de un desvelamiento de su curva y de su futuro que sólo puede conocerse por destellos, virutas de tiempo."
"Todas las grandes películas son crónicas. Y toda progresión dramática cede ante el orden de la simple sucesión temporal. Sólo algunos personajes, justamente los que se oponen y los que rechazan, son «dramáticos», e incluso a veces teatrales, pues sus ideas les habitan igual que sucede en el escenario; todos ellos quedarán finalmente deshechos, rotos, abandonados a la simplicidad. La «caracterización» no es la estilización o la creación de tipos, sino la búsqueda atenta y paciente de lo que permanece en una persona o de lo que es pasajero, instantáneo, transitorio: se trata de un desvelamiento de su curva y de su futuro que sólo puede conocerse por destellos, virutas de tiempo."
*Fragmento de una crítica del film Splendor
in the grass, de Elia Kazan. (Publicado en Cahiers du Cinema, junio de 1962. Traducción de Francisco Algarín Navarro. Ir al
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