Crecí escuchando sus
canciones. Es mi música favorita y hoy siento que su poesía resultó fundamental en ciertos momentos de mi vida. Todavía no puedo creerlo: Suzanne Vega viene a tocar en la Argentina.
Aquí comparto un texto que escribí hace unos años para el blog "Neurótico y Romántico" en referencia a Nine Objects of Desire, quinto álbum de esta artista extraordinaria:
Hay algo muy maternal en Suzanne Vega. Tal vez sea su voz, ese timbre discreto e inconfundible, lo que siempre me llevó a pensarla como una mujer que canta bajito para arrullarnos junto al fuego, para arroparnos y prepararnos para la locura del mundo, sin negarla jamás. Incluso en los ’80, cuando por su juventud era difícil verla como una madre, sin dudas ella era esa hermana mayor que todos queríamos tener, la hermana que por la noche toma su guitarra e improvisa una poesía para hacernos sentir mejor.
Lo suyo es el folk susurrado, intimista, riguroso, acuñado en los barrios menos glamorosos de Manhattan. Vega no es de las que se dedican a desmenuzar frustraciones amorosas. Sus letras más memorables son las que narran historias, que pueden ir desde una leyenda medieval como "The Queen and the Soldier" de su álbum debut (1985), hasta los grises relatos de lo cotidiano, como el emblemático “Luka”, que convirtió a su segundo disco, Solitude Standing (1987), el más exitoso de su carrera (y que también incluía el tema a capella "Tom’s Dinner"). En su tercer álbum, Days Of Open Hand (1990), un trabajo complejo aunque subestimado en su momento, la autora sumó coloraciones pop sin abandonar la trama acústica y minimalista que define su estilo. El desconcierto llegó dos años después, cuando editó el álbum titulado 99.9º junto al productor Mitchell Froom (futuro marido de Vega). Aún hoy cuesta reconocer que un tema electrónico y distante como "Blood Makes Noise" le pertenezca. 99.9º es un disco un tanto anárquico, salpicado por sonidos de sintetizadores y cuerdas destempladas que conviven con las composiciones serenas y melancólicas de la Vega tradicional. Es evidente que la californiana necesitaba experimentar, desperezarse, ampliar su paleta de acordes, ejercicios que siempre son saludables para el arte, como quedaría demostrado en su siguiente CD, Nine Objects of Desire, editado en 1996.
Quizás lo más raro de 99.9º siga siendo escuchar cómo en la mezcla de sonido la voz de Vega fue distorsionada para imprimirle ecos metálicos. Ese mismo recurso aparece en el primer track del nuevo disco, "Birthday", ante lo cual uno anticipa que la artista seguirá en la misma línea estilística. Pero Nine Objects of Desire resultó ser mucho más sofisticado y compacto que el anterior, incluyendo la canción más sensual de toda la discografía de Vega. Hablamos de "Caramel", hermosa balada de guiños latinos y suave erotismo, que sería parte de dos soundtracks de películas: The truth about cats and dogs (1996) y Closer (2005). Nunca habíamos escuchado esta clase de melodías en Suzanne, como tampoco el pop perlado de “Headshots”, la ambición jazzística de “Tombstone” o el certero cello de “My Favorite Plum”. Por supuesto, también están los arreglos del sello Froom, que se hacen sentir en “Casual Match”, “Thin Man” y “Lolita”, recordando los climas disonantes de 99.9º. En lo personal, me quedo con la ternura de “World Before Columbus” y el misterio de “Honeymoon Suite”, porque allí Vega recupera la cercanía de los ’80, esas canciones sutiles en las que vuelve a ser esa hermana amiga que nos abriga con su guitarra, mientras reconoce que la vida es muy extraña, sí, pero que bien vale la pena.
Aquí comparto un texto que escribí hace unos años para el blog "Neurótico y Romántico" en referencia a Nine Objects of Desire, quinto álbum de esta artista extraordinaria:
Hay algo muy maternal en Suzanne Vega. Tal vez sea su voz, ese timbre discreto e inconfundible, lo que siempre me llevó a pensarla como una mujer que canta bajito para arrullarnos junto al fuego, para arroparnos y prepararnos para la locura del mundo, sin negarla jamás. Incluso en los ’80, cuando por su juventud era difícil verla como una madre, sin dudas ella era esa hermana mayor que todos queríamos tener, la hermana que por la noche toma su guitarra e improvisa una poesía para hacernos sentir mejor.
Lo suyo es el folk susurrado, intimista, riguroso, acuñado en los barrios menos glamorosos de Manhattan. Vega no es de las que se dedican a desmenuzar frustraciones amorosas. Sus letras más memorables son las que narran historias, que pueden ir desde una leyenda medieval como "The Queen and the Soldier" de su álbum debut (1985), hasta los grises relatos de lo cotidiano, como el emblemático “Luka”, que convirtió a su segundo disco, Solitude Standing (1987), el más exitoso de su carrera (y que también incluía el tema a capella "Tom’s Dinner"). En su tercer álbum, Days Of Open Hand (1990), un trabajo complejo aunque subestimado en su momento, la autora sumó coloraciones pop sin abandonar la trama acústica y minimalista que define su estilo. El desconcierto llegó dos años después, cuando editó el álbum titulado 99.9º junto al productor Mitchell Froom (futuro marido de Vega). Aún hoy cuesta reconocer que un tema electrónico y distante como "Blood Makes Noise" le pertenezca. 99.9º es un disco un tanto anárquico, salpicado por sonidos de sintetizadores y cuerdas destempladas que conviven con las composiciones serenas y melancólicas de la Vega tradicional. Es evidente que la californiana necesitaba experimentar, desperezarse, ampliar su paleta de acordes, ejercicios que siempre son saludables para el arte, como quedaría demostrado en su siguiente CD, Nine Objects of Desire, editado en 1996.
Quizás lo más raro de 99.9º siga siendo escuchar cómo en la mezcla de sonido la voz de Vega fue distorsionada para imprimirle ecos metálicos. Ese mismo recurso aparece en el primer track del nuevo disco, "Birthday", ante lo cual uno anticipa que la artista seguirá en la misma línea estilística. Pero Nine Objects of Desire resultó ser mucho más sofisticado y compacto que el anterior, incluyendo la canción más sensual de toda la discografía de Vega. Hablamos de "Caramel", hermosa balada de guiños latinos y suave erotismo, que sería parte de dos soundtracks de películas: The truth about cats and dogs (1996) y Closer (2005). Nunca habíamos escuchado esta clase de melodías en Suzanne, como tampoco el pop perlado de “Headshots”, la ambición jazzística de “Tombstone” o el certero cello de “My Favorite Plum”. Por supuesto, también están los arreglos del sello Froom, que se hacen sentir en “Casual Match”, “Thin Man” y “Lolita”, recordando los climas disonantes de 99.9º. En lo personal, me quedo con la ternura de “World Before Columbus” y el misterio de “Honeymoon Suite”, porque allí Vega recupera la cercanía de los ’80, esas canciones sutiles en las que vuelve a ser esa hermana amiga que nos abriga con su guitarra, mientras reconoce que la vida es muy extraña, sí, pero que bien vale la pena.
En este video Suzanne
interpreta dos de sus temas más bellos: "The Queen and the
Soldier" (obra maestra absoluta) y "World before Columbus".
1 comentario:
Lamentablemente el concierto de Vega en Buenos Aires se canceló.
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