Haemoo (Corea del Sur, 2014)
Dirección: Shim Sung-bo
Sección: Panorama - Autores
Dirección: Shim Sung-bo
Sección: Panorama - Autores
Eran altas las expectativas que
despertaba este primer film como director de Shim Sung-bo, que tenía
como principal antecedente ser el coguionista de una de las obras más
perfectas del Nuevo Cine Coreano, Memories of Murder (2003), sin
dudas el mejor trabajo de Bong Joon-ho (quien a su vez es productor y
coguionista de Haemoo). Ambientada a fines de los ’90, en medio de
la crisis financiera que sufrió el sudeste asiático, Niebla marina
(esa es la traducción del título original) narra la historia de un
grupo de pescadores empujados al contrabando de inmigrantes ilegales.
Hay algo fascinante en las películas de barcos: siempre azuladas y húmedas, animadas por esa infalible fusión de melancolía y aventuras, estas películas poseen un
encanto atemporal que ya desde el vamos promete
momentos de excelente cine. Haemoo no es la excepción. Durante la proyección, sin embargo,
el entusiasmo inicial se fue disolviendo a medida que el relato
avanzaba, ya que muchos giros narrativos de la trama resultaban
llamativamente similares a los de True North, aquel interesantísimo
film británico reseñado hace unos años en el blog. La sorpresa se
perdió camino al clímax, pues la conmoción que provoca True North
es muy difícil de igualar.
Haemoo es una película partida en dos.
Sin transiciones pasamos del drama social al horror más cruel que
uno pueda imaginar. Una maniobra -demasiado brusca- del capitán desencadena una carnicería imparable y el barco se transforma en un
infierno arrasado por la violencia primitiva. El director decide ir a
fondo con la locura, montando una gran ópera pesadillesca que
apuesta al extremo, a la contundencia del género. Pero llega un momento en que uno empieza a distanciarse de ese paisaje brumoso en donde las
acciones se anulan mutuamente debido a la pomposidad macabra que lo
inunda todo sin dejar ningún espacio para la ambigüedad o la
empatía. Y entonces carece de sentido detenerse a pensar la cuestión de la desigualdad
social ante un discurso que asegura con tanta certeza que la barbarie acabará
triunfando, siempre. Es el pozo del facilismo en el que a veces puede caer el cine del pesimismo terminal.
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