Por Adolfo Aristarain*
“Los lugares son, para mí, que he vivido de un lado para otro cambiando países y cambiando casas, relativamente importantes. La identidad está en la profesión y en poder ejercerla. El lugar no da identidad, da tranquilidad, quietud, protección: te inmoviliza si se valora demasiado. En Un lugar en el mundo, Luppi decía que uno sabe que ha encontrado su lugar cuando no se puede ir de ese lugar. Pero yo no estoy de acuerdo. Mientras te domine la voluntad de la acción, mientras puedas hacer lo que sabés y te gusta, y puedas vivir de eso, tu lugar es el lugar en el que te lo reconozcan y te paguen, y te dejen llevar a tu familia. Ese es para mí el único lugar irremplazable. La mujer que uno quiere y que te quiere. El resto es puro decorado. Más agradable o menos agradable. Nada más”.
“Los lugares son, para mí, que he vivido de un lado para otro cambiando países y cambiando casas, relativamente importantes. La identidad está en la profesión y en poder ejercerla. El lugar no da identidad, da tranquilidad, quietud, protección: te inmoviliza si se valora demasiado. En Un lugar en el mundo, Luppi decía que uno sabe que ha encontrado su lugar cuando no se puede ir de ese lugar. Pero yo no estoy de acuerdo. Mientras te domine la voluntad de la acción, mientras puedas hacer lo que sabés y te gusta, y puedas vivir de eso, tu lugar es el lugar en el que te lo reconozcan y te paguen, y te dejen llevar a tu familia. Ese es para mí el único lugar irremplazable. La mujer que uno quiere y que te quiere. El resto es puro decorado. Más agradable o menos agradable. Nada más”.
*Fragmento de una entrevista publicada
en el blog La Periódica Revisión Dominical (diciembre de 2008). Ir
al texto completo.
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