Por Fernando Pessoa*
Aún existe el preconcepto -nacido o considerado solamente en las formas inferiores del arte, o considerado como inferior a cualquiera de ellas- de que el arte debe ser fuente de alegría o de placer. Que nadie imagine, al olvidar los elevados fines del arte, que el arte supremo debe proporcionarle alegría, o, incluso cuando le satisfaga, satisfacción. Si el arte ínfimo tiene por objetivo entretener, si el arte medio tiene por finalidad embellecer, el fin del arte supremo es elevar. Por este motivo el arte superior es, al contrario de los otros dos, profundamente triste. Elevar es deshumanizar, y el hombre no se siente feliz donde ya no se siente hombre. Es cierto que el gran arte es humano; el hombre, sin embargo, es más humano que el arte.
El arte nos entristece en otro aspecto. Nos recuerda constantemente nuestra imperfección, ya porque al parecernos perfecto se opone a nuestra imperfección, ya porque el hecho de que ni siquiera el arte es perfecto es la señal de nuestra mayor imperfección.
*Fragmento de su ensayo "La cultura es el perfeccionamiento subjetivo de la vida". (Ir al texto completo).
La imagen pertenece a High & Low (Tengoku to jigoku), extraordinaria película dirigida por Akira Kurosawa.
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