Lo que me interesa principalmente es compartir el comentario que dejó, debajo de la noticia, el cineasta Hernán Gaffet:
"La cultura cinematográfica en Francia no pasa por
ser o no ser cinéfilo. Se enseña cine en los tres niveles de la educación
pública y es una herramienta pedagógica más. La política pública incluye la
formación de público porque, al menos hasta hace poco, para la formación de
ciudadanos también se utilizan películas como si fueran libros. Por eso el
interés en su propio cine y el de otros países, interés al que también han
contribuido las numerosas cinematecas locales. A esto se suma el bien ganado
prestigio de Sorín y esta última película a la altura de lo mejor de su obra.
No es una rareza, es un público bien tratado."
No es un dato desconocido el que comparte Gaffet, pero me pareció muy atinada su síntesis. Esta experiencia del cine en el
aula aparece desarrollada en un gran libro de Alain Bergala: La hipótesis del
cine. Pequeño tratado sobre la transmisión del cine en la escuela y fuera de
ella (Ed. Laertes, Barcelona, 2007).
4 comentarios:
Pero clarooo, así debería ser acá, pero creo que va a faltar un tiempo hasta que lo adopten. Si es que lo adoptan. La cantidad de contenidos y articulación entre estos, que se puede dar con una película, es genial, y encima, divertido!!!
Saludos!!!
No tengo dudas de lo productivo que es trabajar con películas. Pero justamente eso que mencionás, la articulación entre materias, es lo más difícil de lograr.
Hay tanto por hacer en educación... TAAAANTO. Pero hay tantas otros nudos adyacentes que deberían ser pensados.
¿Te interesa la educación? ¿Viste la miniserie Entre Horas, que pasó Canal 7?
Totalmente de acuerdo. Lo mismo pasa con la literatura y con el arte. Y eso que tienen esas materias en el colegio.
El gran desafío de un profesor es encender el interés, desarrollar un modo de ver, de percibir y sobre todo de gozo de disfrute, de emoción.
Como todas las cosas de este mundo no podemos esperar que se den las políticas, muchas veces los cambios son producidos cuando algunos locos aislados demuestran con su entusiasmo que el cambio es posible.
El problema siempre es el mismo, y se trata de pensar el cine como vehículo de contenidos a ser transmitidos, enseñados o discutidos en el marco más o menos definido de una o varias materias (historia, psicología, etc), vinculadas o no unas con otras. (Por ejemplo, proyectar en un aula a los alumnos el film Revolución, con el fin de hablar sobre San Martín y el cruce de los Andes).
Por el contrario, y en sintonía con lo que sostiene la nota, es necesario discutir y pensar el cine como una herramienta pedagógica en sí misma, que puede permitir el surgimiento de otras miradas, otros conocimientos, otras formas de estar en el mundo.
Saludos.
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