buena frase , pero a mi la peli no me gusto para nada , creo que las pelis encerradas no son lo mio. Lo mismo me paso con carnage de Polansky. saludos leox
A mí me gusto mucho la película de Ferrara, y me cuesta compararla con "Carnage". Creo que, más allá del espacio escénico acotado, Carnage fracasa porque el conflicto se hace previsible y los actores se pasan de rosca en sus ademanes. En "4:44" lo que más se palpita no es el espacio sino el tiempo, porque eso es lo que ya no queda. Por otro lado, el dato de la capa de ozono descarta de plano la posibilidad de un refugio. No sentí claustrofobia, sino todo lo contrario: la certeza de estar irremontablemente expuestos hasta el final. Me gustó bucear en este apocalipsis minimalista. Creo que Ferrara a cada paso parecería bordear lo obvio y lo "cool", pero lo evita siempre, y finalmente logra traducir un horizonte inabarcable en algunos gestos mundanos muy elocuentes.
Digo, ante de la certeza del fin, ¿qué necesidad de sufrir por amor? Y sin embargo, ahí asoma una declaración: el amor es eso que duele y da sentido aún cuando el mundo acaba (ojo: la cursi soy yo y no Ferrara).
Volviendo al cine, la imagen del post pertenece a una escena estremecedora y a la vez totalmente natural dentro de la lógica de la historia. Recién cuando volví a la escena por segunda vez noté hasta qué grado de precisión letal se perciben los ojos del hombre en el otro edificio.
buena frase , pero a mi la peli no me gusto para nada , creo que las pelis encerradas no son lo mio.
ResponderEliminarLo mismo me paso con carnage de Polansky.
saludos
leox
Leox,
ResponderEliminarA mí me gusto mucho la película de Ferrara, y me cuesta compararla con "Carnage". Creo que, más allá del espacio escénico acotado, Carnage fracasa porque el conflicto se hace previsible y los actores se pasan de rosca en sus ademanes. En "4:44" lo que más se palpita no es el espacio sino el tiempo, porque eso es lo que ya no queda. Por otro lado, el dato de la capa de ozono descarta de plano la posibilidad de un refugio. No sentí claustrofobia, sino todo lo contrario: la certeza de estar irremontablemente expuestos hasta el final. Me gustó bucear en este apocalipsis minimalista. Creo que Ferrara a cada paso parecería bordear lo obvio y lo "cool", pero lo evita siempre, y finalmente logra traducir un horizonte inabarcable en algunos gestos mundanos muy elocuentes.
Digo, ante de la certeza del fin, ¿qué necesidad de sufrir por amor? Y sin embargo, ahí asoma una declaración: el amor es eso que duele y da sentido aún cuando el mundo acaba (ojo: la cursi soy yo y no Ferrara).
Volviendo al cine, la imagen del post pertenece a una escena estremecedora y a la vez totalmente natural dentro de la lógica de la historia. Recién cuando volví a la escena por segunda vez noté hasta qué grado de precisión letal se perciben los ojos del hombre en el otro edificio.
Saludos.