The Deep (Título original: Djúpið – Islandia/Noruega, 2012)
Dirección: Baltasar Kormákur
Sección: Competencia internacional
Tal vez alguno de ustedes se acuerde de 101 Reykjavík, la primera
película de Baltasar Kormákur, que compitió en el Bafici 2001 y tiempo después
se estrenó en las salas argentinas, film del que hoy sólo retengo vagamente la
imagen de una enérgica Victoria Abril -en plan incendiario, claro-
recortada sobre el helado paisaje islandés. Recién ahora, con The Deep, vuelvo
a encontrarme con Kormákur, a pesar de que el director siguió rodando con
regularidad después de su opera prima, incluyendo tres producciones en Estados
Unidos (Contrabando, con Mark Wahlberg, quizás sea la más famosa). Por otro
lado, The Deep es el film elegido por Islandia para representar al país en
los premios Oscar 2013, dato que motiva a pensar que la película pronto
empezará a circular y podrá conseguirse por algunas vías. Si usted, lector, es
un cinéfilo militante del misterio y prefiere eludir todo indicio con
respecto al conflicto central del film, le recomiendo entonces regresar a este
post en otra oportunidad.
Durante el festival fue inevitable conocer el devenir de este drama, pues hasta la sinopsis más escueta terminaba delatándolo. La película está
basada en un caso real ocurrido en 1984 en Islandia. Un barco pesquero se
hundió en el Atlántico Norte. Murieron todos sus tripulantes, menos uno. The Deep es la hazaña extraordinaria que ni el aventurero más extremo y arrogante buscaría protagonizar. Una épica sin épica. Un film catástrofe por partida
doble, pues en esta historia hay tanta agua como fuego. Un naufragio y un volcán.
Y una gaviota indiferente como única compañía. Cuando Gulli (Ólafur Darri
Ólafsson) pierde a todos sus amigos y aun así se lanza a nadar en medio de la
nada, la pantalla se oscurece. Todo es noche pura y mar. Como tiene que ser. No
lo salva ningún resplandor cinematográfico, ya que a diferencia de la monumentalidad de Una tormenta perfecta o del Náufrago de Tom Hanks, The
Deep decide aplacar el espectáculo. No hay arquetipo aquí. No hay héroe verdadero más allá de la idealización -y explotación- mediática. “¿Cómo se investiga un milagro?”, se pregunta
un científico frente al inaprensible sobreviviente, mientras todos los reflectores apuntan a ese hombre sencillo y aturdido que daría lo que sea por no
estar ahí… tan solo.
Después de la proyección de la película, un colega me
comentó que se había quedado con ganas de conocer un poco más sobre el contexto y las
vidas de las víctimas. Creo que sentí algo similar, sobre todo porque
tenía muy presente el film con George Clooney que dirigió Wolfgang
Petersen, en donde se destinaba una sustanciosa primera parte del relato a la
presentación de los personajes y sus vínculos. En The Deep es poco lo que
sabemos sobre los pescadores. Todo sucede muy rápido. Incluso el protagonista, Gulli, se convierte en un conejillo de Indias cuando apenas empezamos a cobrar real dimensión de su tragedia. Aunque
los flashbacks del personaje aportan cierta información, el montaje al mismo tiempo impone la distancia del artificio, pues son
imágenes en sepia enmarcadas en el formato de las viejas fotografías
analógicas, que a la vez tienen la impronta del registro en Super-8: el recuerdo privado se conjuga así con el pasado comunitario. Pero este bosquejo de "imágenes mentales" se activa desde una evidente exterioridad, pues el film sabe que no podemos estar en esa piel. Mientras los médicos desesperan por racionalizar lo inexplicable, Kormákur prefiere concentrarse en la profunda tristeza de un ser que se siente muy lejos de la ejemplaridad que pretenden atrubuirle. Con sobriedad, con su discreta síntesis, la narración intenta respetar la angustia intransferible del superviviente, y preservar el
anonimato que él jamás buscó abandonar.
Al final, mientras corren los títulos de crédito, se
intercalan imágenes de archivo del Gulli real. Algunas de estas escenas se
habían representado con fidelidad en la película, pero hay una frase-emblema
que pronuncia el pescador y que el director elige no reproducir en la boca del
actor. “No soy más que una gota en el océano, y a nadie le importa que esto
haya pasado.”
1 comentario:
Afortunadamente yo entré a la sala sin saber nada de la película, salvo el título y el país de origen. Eso está bueno y es más probable lograrlo en los festivales que en un estreno de los jueves. Supongo que en algún punto es el sueño de todo director: tener un espectador "virgen" para poder manipularlo a gusto.
Así que, con esa falta de información, me sorprendí con la historia, y por momentos pensé que la película iba a derivar en algo tipo "Mar abierto". El resultado es interesante, aunque coincido en que más información sobre el contexto no hubiera estado mal.
¡Un abrazo!
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