“La felicidad era diferente en la infancia. Entonces se
trataba tan solo de acumular, de coleccionar cosas –nuevas experiencias, nuevas
emociones- y aplicarlas como si fueran relucientes azulejos en lo que algún día
sería el maravillosamente acabado pabellón del yo. Y la incredulidad, eso
también era parte importante de ser feliz, me refiero a esa eufórica
incapacidad de creerte del todo tu buena suerte. Ahí estaba yo de repente, con
una chica en mis brazos, al menos figuradamente, haciendo lo que hacían los
adultos, dándole la mano, besándola en la oscuridad, y cuando la película hubo
acabado separándome de ella, aclarándome la garganta con grave cortesía,
dejándola pasar primero bajo la pesada cortina que hacía de puerta para salir
al sol impregnado de lluvia de la tarde de verano. Yo era yo y al mismo tiempo
otro, alguien completamente distinto, alguien completamente nuevo.”
John
Banville
(Fragmento
de su novela El mar. Ed. Anagrama, 2006)
En la
imagen: Super 8, film dirigido por J. J. Abrams.
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