Para quienes padecemos y por eso tratamos de
controlar las ingobernables consecuencias de la adicción serial, las
producciones de la BBC
funcionan como placebo: además de ser en general muy buenas, la mayoría dura sólo unos
pocos capítulos que pueden acomodarse, por ejemplo, en las horas libres de un
fin de semana largo. Hace unos días me crucé con el afiche de Inside Men, en el
que pude reconocer a los dos actores que habían hecho de policías en la
estupenda Luther, la serie encabezada por Idris Elba ya reseñada en este blog.
Uno de los actores es Warren Brown, que en Luther había interpretado al
detective novato y fiel partenaire del protagonista, y el otro es el rubio
Steven Mackintosh, uno de esos tipos que logran cambiar mil veces de máscara
mucho antes de que podamos intuir qué está pensando. Ellos dos junto a Ashley
Walters forman el trío protagónico de esta miniserie de cuatro episodios que la
televisión británica emitió el verano pasado.
Inside Men es la historia de un “gran golpe”,
un robo de cifras siderales cometido contra una empresa dedicada al depósito de
caudales y conteo de billetes. Asistimos al robo apenas despega el primer capítulo.
Tras los primeros diez minutos, en medio del caos y la violencia, la imagen se
congela y el relato nos transporta al pasado, casi nueve meses antes del
asalto, para presentar a los personajes, sus familias, sus frustraciones. Enseguida
entendemos que en esta historia el atraco en sí mismo importará mucho menos que
la abigarrada narración de los deseos y urgencias que llevaron a planificarlo.
Con un diagrama similar al propuesto por la reciente Perfidia, Inside Men va y
viene en el calendario asumiendo su naturaleza de puro juguete, algo así como un
cubo de Rubik, una impetuosa coreografía de trancos temporales que relanzan
continuamente las hipótesis esenciales: quién traicionará primero, quién caerá
después, quién reirá último y mejor. El cubo reluce, en principio. Es un artefacto tentador
y entretenido, al menos hasta que la gracia y el brío empiezan a diluirse entre
tantas piezas cuadraditas y aparentemente bien pulidas. Ya en el tercer episodio
afloran ciertos baches y giros de la trama que no encastran y que el guión
pretende relativizar detrás de su fachada de “implacable mecanismo de relojería”. Los cimientos del thriller pasan a un segundo plano para dejar que el guión enarbole la fábula del hombre común que se consagra héroe de su propia película. Pero esta idea no termina de fluir en Inside Men.
(Ojo porque a continuación revelo algún detalle del argumento).
Steven Mackintosh, que hace un trabajo
realmente extraordinario, encarna a un personaje que por su perfil recuerda al
de Ricardo Darín en El aura. Mackintosh interpreta al responsable de la seguridad de la empresa
que será asaltada y es quien introduce la historia a través de una voz over
reflexiva. Si no llegamos a sumergirnos del todo en la psicología de
este personaje es porque él no detenta la exclusividad del punto de
vista narrativo,
como sí lo tiene Darín en la película de Bielinsky. En Inside Men
el recorrido
es mucho más fluctuante ya que también focaliza en los otros dos
protagonistas, si bien de ellos no escuchamos la “voz de los
pensamientos”. Esa
distribución de puntos de vista es clave para el suspenso y el tipo de
conflicto elegido, pero aquí también se torna terreno propicio para las
arbitrariedades y los cabos sueltos, como por ejemplo esas escenas en las que el
joven guardia decide denunciar el plan, un hecho que aparenta ser una bisagra pero que en el fondo no
tiene
repercusión dramática alguna. Claro, el punto es que la serie arranca impactando muy arriba. El relato invierte el sentido, coloca lo mejor de la
acción al principio y... listo: se supone que ya nos enganchó por las
cuatro
horas, porque sería raro que un espectador abandone la ficción sin querer saber cómo termina
toda la cuestión. Si aquí nadie
luce preocupado por escribir un clímax sugestivo, menos aún podemos esperar un
desenlace que disimule un poco la impresión de piloto
automático. ¿Es que acaso ya no
importan los finales? No pido una epifanía arrolladora sino
apenas una idea que me deje un buen sabor, un buen recuerdo. Por lo
pronto, el
final de Inside Men es uno de los más nulos que he visto en mucho tiempo.
Inside Men
Miniserie de cuatro
episodios producida por la BBC
Dirección: James Kent
Guión: Tony
Basgallop
Intérpretes:
Steven Mackintosh (John), Warren Brown (Marcus), Ashley Walters (Chris), Nicola
Walker (Kirsty), Kierston Wareing (Gina).
Pues no sé, compa Caro, si me has metido en ganas, o me las has quitado (eso de que el final no esté bien cerrado; por otro lado, sorprendente en un producto BBC, dado que suelen estar cuidados en todos sus aspectos hasta el paroxismo —el último que estoy disfrutando a tope es ‘Sherlock’, una auténtica maravilla…—). Y es que es tan complicadísimo abrochar con tino cualquier obra de ficción (cuántas no se despeñan por lo mal resuelto de su final). En fin…
ResponderEliminarUn abrazo y hasta pronto.
Hola, Manuel! Sí, sé que Sherlock es genial. La voy a ver cuando pueda.
ResponderEliminarCon respecto a "Inside Men", creo que el final es sencillamente demasiado blando para todo lo que pasa antes. Quisieron ser originales planteando un deselance que nadie esperara, pero realmente no lo resuelven bien.
Algo es cierto: el tamaño del botín que roban es demencial, casi surrealista, y ya ahí el relato parece avisar que el asunto no debe pensarse desde un verosímil convencional (realista, digamos) para una historia de ladrones. Pero igualmente esto no alcanza para que el conjunto cierre más sólidamente.
Por otro lado, los intentos de "comentario social" tampoco tienen la profundidad que merecerían. Todo se lo termina devorando el vértigo de la complejidad narrativa, lamentablemente.
Saludos y gracias por pasar.