And now what?
Con esta pregunta lanzada al cielo se cerraba hace un año la primera temporada de Luther, en un final de altísima intensidad que nos dejó desahuciados y a la vez arrobados. Porque ese final vehemente e insospechado era lo que nos faltaba para admitir que, efectivamente, Luther es otra cosa. Y justo ahí, cuando empezábamos a rasguñar la médula del horror, la serie de repente terminó. Y no tuvimos otra opción que aceptar el diagnóstico de Alice Morgan: “No existe el amor. Todo lo que existe es crueldad y traición”.
Pero Luther volvió. Tal vez para refutar la sentencia de Alice, o tal vez no; eso lo iremos descubriendo en el transcurso de la segunda temporada, cuyo primer capítulo fue emitido hace unos días. Lo que importa ahora es presentar al susodicho a quienes no tuvieron el placer: John Luther es un detective de la policía de Londres especialista en homicidios. Es un investigador brillante y obsesivo, aunque sus métodos no siempre se ajusten a la norma, y es por eso que aún lo persigue una acusación por abuso de poder. John está solo. Ama a su esposa pero ella lo dejó y ya formó una nueva pareja. John sufre, explota, pierde el control. La línea se corre continuamente y las acciones se precipitan en un huracán de confusión. Como lo confirma el inicio de la temporada 2011, la vida de Luther es una ruleta rusa.
Es probable que al principio el esquema nos resulte convencional. La serie podría ser una cruza de Sherlock Holmes con una angustia insoportable con un poco de El silencio de los inocentes. Los responsables de los crímenes a veces se tornan caricaturescos y debilitan el verosímil. Sin embargo, los casos policiales pasan a un segundo plano porque aquí el corazón dramático es la fascinante psicología del protagonista y la forma sorpresiva en que toda la ficción se va arremolinando alrededor de su tragedia. A partir del tercer capítulo el relato avanza con una notable síntesis y velocidad, un inquietante efecto dominó exigido por la misma extensión del producto: la temporada debut de Luther duró solo seis episodios. ¡Y este año sólo se emitirán cuatro! Puede sonar tacaño, más aún si el ciclo nos encantó, pero así es como trabajan las series británicas, compactando alta calidad en sólidas grageas.
Ahora sí, es el momento del chapeau. No estaríamos hablando de Luther si no fuera por el actor principal, Idris Elba, a quien conocimos en The Wire en el papel de Russell “Stringer” Bell. Decir que Stringer fue el mejor personaje de The Wire sería una injusticia para el nutrido elenco de la mejor serie televisiva de todos los tiempos, así que lo diré a título personal: Stringer es mi preferido de la serie de David Simon. Y resultó que el maravilloso gángster de Baltimore en realidad era inglés y de golpe apareció encabezando una producción de la BBC. Pues sí, este hombre de físico imponente y mirada triste ahora interpreta al desolado Luther.
And now what? ¿Cómo hace John para seguir? ¿Cómo se puede lidiar cada día con un asesinato brutal cuando no se tolera el propio dolor de existir? No hay luz en esta Londres rojo sangre. Hombres y mujeres descienden en círculos creyendo que todavía pisan la tierra de la ley y el orden. Ya no distinguen entre una cosa y otra, porque se acostumbraron. Todos, menos uno. Por eso los psicópatas se visten de payasos: estamos en su mundo, en su carnaval. Allí está Alice, la científica, la Razón devenida Locura autoconsciente, la razón de la masacre, la que parece haber triunfado. Algo tendrá que estallar en el paralelismo entre ella y John: ahí se juega el sentido, la pulseada metafísica. Observen los ojos de ella, siempre abiertos de par en par. Presten atención a los ojos de Luther, temerosos, colmados de incertidumbre y culpa, esquivos cuando se trata de sostener la vista ante un cadáver o la foto de una mujer atacada. A veces es por cansancio, otras es por desconfianza, pero por lo general lo hace cuando se queda sin respuestas, cuando no sabe ya cómo ayudar: a Luther le cuesta mucho mirar a los ojos. Sin embargo, él vuelve a girar el tambor cada mañana, pone cuerpo y alma en las calles y sale lastimado, siempre. No le importa morir. Está solo, es el último hombre, el único que insiste con el sueño de descifrar el código desconocido, la clave imposible que permita desarmar la lógica del infierno.
And now what? ¿Cómo hace John para seguir? ¿Cómo se puede lidiar cada día con un asesinato brutal cuando no se tolera el propio dolor de existir? No hay luz en esta Londres rojo sangre. Hombres y mujeres descienden en círculos creyendo que todavía pisan la tierra de la ley y el orden. Ya no distinguen entre una cosa y otra, porque se acostumbraron. Todos, menos uno. Por eso los psicópatas se visten de payasos: estamos en su mundo, en su carnaval. Allí está Alice, la científica, la Razón devenida Locura autoconsciente, la razón de la masacre, la que parece haber triunfado. Algo tendrá que estallar en el paralelismo entre ella y John: ahí se juega el sentido, la pulseada metafísica. Observen los ojos de ella, siempre abiertos de par en par. Presten atención a los ojos de Luther, temerosos, colmados de incertidumbre y culpa, esquivos cuando se trata de sostener la vista ante un cadáver o la foto de una mujer atacada. A veces es por cansancio, otras es por desconfianza, pero por lo general lo hace cuando se queda sin respuestas, cuando no sabe ya cómo ayudar: a Luther le cuesta mucho mirar a los ojos. Sin embargo, él vuelve a girar el tambor cada mañana, pone cuerpo y alma en las calles y sale lastimado, siempre. No le importa morir. Está solo, es el último hombre, el único que insiste con el sueño de descifrar el código desconocido, la clave imposible que permita desarmar la lógica del infierno.
Creador: Neil Cross
Producción: BBC One
Intérpretes: Idris Elba (John Luther), Ruth Wilson (Alice Morgan), Warren Brown (Justin Ripley), Indira Varma (Zoe), Steven Mackintosh (Ian Reed), Paul McGann (Mark North).
Sabia que Idris Elba estaba haciendo esta serie pero no había leido ninguna reseña. Leí la tuya y me dieron ganas de verla.
ResponderEliminarHola, Ana,
ResponderEliminarLa ventaja de la brevedad de la serie es que te la podés devorar en un fin de semana.
Después contame.
Saludos.