En nuestra propia sangre
caminamos perdidos.
caminamos perdidos.
Es un viaje hacia adentro
entre los laberintos
del gran desconocido
de los espejos fríos.
de los espejos fríos.
Es un lento descenso crucial definitivo
pisando el corazón, los riñones y el hígado,
un resquebrajamiento de muros sumergidos
que caen por las médulas con nuestros propios gritos.
Imposible salirse de este gran espejismo
que al universo quema
en sangre y hueso hundido.
¿Quién podría sin voces hablar con sus fantasmas?
No hay latido que logre sobrepasar los plasmas,
desnudar los umbrales,
pisar otras moradas.
Nadie ha llegado nunca más allá de sus lágrimas.
Paseamos a los dioses
por nuestras propias llagas.
Brandán Caraffa
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