Con el título “Homenaje a Jafar Panahi”, los programadores de la Lugones presentan un ciclo de tres películas del cineasta iraní que se verán el martes, miércoles y jueves de la semana próxima. Con la proyección de estos tres films, la sala Leopoldo Lugones "se solidariza con Panahi, condenado en su país a seis años de prisión y veinte años de inactividad profesional, un caso de censura de una gravedad inédita."
En este blog hablé en más de una oportunidad de este doloroso caso, así que no voy a extenderme aquí. Simplemente les recomiendo que miren las películas de Panahi, que son excelentes. Debajo del programa encontrarán la carta que el director envió hace unas semanas al Festival de Berlín, en donde Panahi participó como jurado de forma simbólica.
Detalles del ciclo:
El globo blanco (Irán, 1995)
Con guión de Abbas Kiarostami, la opera prima de Panahi narra la historia de una niña que sueña con tener un pez dorado para la fiesta de Año Nuevo (una tradición en Irán). La pequeña y su hermano convencen a su mamá para que les regale el dinero necesario para comprar el pececito, pero resulta que el dinero se pierde y la niña queda sola en medio de la ciudad, decidida a concretar su deseo. Una película extraordinaria.
Miércoles 2 (a las 14.30, 17, 19.30 y 22 horas).
El círculo (Irán / Italia, 2000)
“Con una estructura perfecta, que hace honor a su título, Panahi describe la situación de la mujer hoy en Irán, no sólo excluida atávicamente del sistema social sino también perseguida por un Estado policial que la empuja a situaciones extremas. Adulterio, aborto, prostitución, abandono de los hijos, suicidio eran temas que hasta ahora parecían impensables en el cine iraní y a los que El círculo alude con franqueza y valentía, pero también con una serena maestría, que no necesita jamás de discursos de barricada” (Luciano Monteagudo en Página/12).
Jueves 3 (a las 14.30, 17, 19.30 y 22 horas).
Offside (Irán, 2006)
Dado que en Irán las mujeres tienen prohibido el ingreso a las canchas de fútbol, quienes son fanáticas de este deporte debe implementar estrategias para escabullirse y asistir a los partidos. Panahi toma una anécdota de lo real y la transforma en una curiosa película. Copio un fragmento de la reseña que escribí cuando se estrenó Offside: “Panahi en su estilo exprime lo mejor del neorrealismo: el decir genuino de los actores no profesionales, la cámara límpida, la puesta en escena funcional y discreta, los gestos espontáneos y sutilmente reveladores. Es un cine directo e inteligente, que sin adornos ni rodeos aspira a la emancipación de una sociedad sometida a un régimen represivo que ya no puede disimular lo absurdo de su basamento”.
El ciclo se desarrollará en la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530).
A continuación, la carta que Panahi envió desde la cárcel al reciente Festival de Berlín. Fue leída públicamente por la presidenta del jurado, Isabella Rossellini.
El mundo del cineasta está marcado por las interacciones entre la realidad y los sueños. El cineasta utiliza la realidad bajo su inspiración, la pinta con el color de su imaginación, y crea una película que es una proyección de sus esperanzas y sueños.
La realidad es que no me han dejado hacer películas durante los últimos cinco años y que ahora estoy oficialmente sentenciado y me privan de este derecho por otros veinte años más. Pero sé que seguiré convirtiendo mis sueños en películas con mi imaginación. Como un director socialmente sensible, admito que no podré retratar los problemas diarios y las preocupaciones de mi pueblo, pero no me negaré el sueño de que después de veinte años todos los problemas habrán desaparecido y haré películas sobre la paz y la prosperidad en mi país cuando tenga la oportunidad de volver a dirigir.
La realidad es que me han desposeído de la posibilidad de pensar y de escribir durante veinte años, pero no pueden impedirme que sueñe que, transcurridos esos veinte años, la inquisición y la intimidación serán reemplazados por la libertad y el libre pensamiento.
Me han privado de poder ver el mundo durante veinte años. Espero que cuando sea libre, pueda viajar en un mundo sin fronteras geográficas, étnicas o ideológicas, donde la gente viva junta, en paz y en libertad, a pesar de sus creencias y convicciones.
Me han condenado a veinte años de silencio. Pero en mis sueños, grito por un tiempo en el que podamos tolerarnos los unos a los otros, respetar nuestras opiniones y vivir nuestras propias vidas.
Últimamente, la realidad de mi veredicto es que debo permanecer seis años en la cárcel. Viviré los próximos seis años con la esperanza de que mis sueños se conviertan en realidad. Deseo que mis colegas cineastas en cada rincón del mundo hagan películas tan grandes que cuando salga de prisión encuentre la inspiración necesaria para seguir viviendo en el mundo que han soñado en sus películas.
Así que, a partir de ahora, y por los próximos veinte años, me fuerzan al silencio. Estoy forzado a no poder ver, estoy forzado a no poder pensar, estoy forzado a no poder hacer películas.
Me someto a la realidad de la cautividad y de los captores. Buscaré la manifestación de mis sueños en vuestras películas, esperando encontrar en ellas aquello de lo que me han desposeído.
Jafar Panahi *
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