Alguien murió de forma brutal. Lo confirma una cámara que recorre una pequeña casa y sigue los rastros rojos hasta detenerse en un cuerpo cubierto de sangre. Es lo primero que vemos en la película. Inmediatamente después esa cámara hace un paneo sobre una pared cubierta de fotos, dibujos y cartas en las que puede leerse “No me gusta la cárcel”. Alguien escribe desde allí, quizás el hombre que aparece en las fotos. Pero en las cartas las letras son grandotas, redondas, como las de un niño. Tal vez ese hombre antes no sabía escribir. Tal vez aprendió en la misma cárcel. Un solo plano puede resumirlo todo: información, empatía, historia de vida. Es una toma breve y a la vez fecunda. Comunica lo necesario, nos orienta en el relato y enseguida pasa a la siguiente escena. Pronto inferimos cuál es el conflicto de Conviction: una mujer (Hilary Swank) moverá cielo y tierra para que su hermano (Sam Rockwell) recupere la libertad. El título del film es genial porque combina la idea de la condena (conviction, en su acepción legal en inglés) con la extraordinaria convicción (la certeza) que empuja a la protagonista.
Lo que Justicia final despliega es un cine solidario, con la solidaridad más sincera posible: la que actúa en silencio, ladrillo a ladrillo, como si fuera invisible. Ojo: no me refiero aquí al tema sino a la forma. El tema de la película es la perseverancia. La gracia de la forma pasa inadvertida porque, bueno, es clásica, demasiado “convencional” según el reclamo de muchos críticos para quienes esta película fue apenas un mediano telefilm sólo preocupado por “el mensaje”. Debe ser la ansiedad por lo diferente la que nos impide valorar el trabajo fino del mejor clasicismo, aquel que se apoya en dos columnas esenciales: la discreción y la generosidad. La dirección de Tony Goldwyn destina a cada escena la duración justa, aleja la cámara cuando la intimidad así lo pide, y evita que los protagonistas resbalen hacia el desborde actoral. Al mismo tiempo, el guión -un ejemplo de economía narrativa- va entregando todos los datos que necesitamos para acompañar desde el afecto la gesta de Betty Anne Waters, sin enroscar la intriga ni especular con el suspenso o las dudas que podría despertar el caso judicial. Crecemos con el personaje plano a plano, aun cuando la montaña empieza a convertirse en interminable cordillera. Por eso decía que se trata de un cine solidario con el espectador, que a partir de un bordado fraternal facilita una experiencia codo a codo con ese otro que habita en la pantalla y que sólo sabe luchar. Una aventura de amor y dignidad ciudadana como las de antes, como las que Frank Capra sabía contar. Claro que hoy la podredumbre del sistema es demasiado grande y obscena, y la esperanza cuesta mucho más.
Dirección: Tony Goldwyn
Guión: Pamela Gray
Intérpretes: Hilary Swank, Sam Rockwell, Melissa Leo, Minnie Driver, Juliette Lewis, Peter Gallagher.
5 comentarios:
Hola, ¿qué tal? soy un seguidor de tu blog y tengo que decirte que es buenísimo, me encanta tus críticas, ya es uno de mis blogs de cine favoritos. Me gustaría inviarte a unirte a un grupo de facebook que he creado sobre cine para que colaboraras de la manera y con la frecuencia que quieras, allí podremos hacer pequeños debates, recomendanciones y cualquiero opinión relacionada con el séptimo arte,puedes localizarme en facebook por mi nombre Javier Isabel Vicente y mi grupo de facebook se llama Luces y sombras. Un beso y gracias de antemano
Hola, Javier,
Agradezco mucho tu comentario y la invitación para unirme al grupo. No podré participar ya que no soy usuaria de Facebook (ni de ninguna red social). Espero que sigas en contacto, de todas formas.
Un abrazo.
Claro, quiero leer todo lo que has escrito desde que empezaste el blog, ya te iré contando. Un beso
Tu comentario, como siempre, es muy bello y estoy de acuerdo con lo que decís. Martha Silva
Gracias, Martha. Como lo sospechaba, la crítica local fue muy tibia con esta película. Es un film muy modesto, pero la historia realmente es extraordinaria.
Un abrazo.
Publicar un comentario