Mientras esperamos que Woody por fin saque del horno la gran película que corone el último tramo de su carrera (yo apuesto a que lo hará), nos toca encarar una nueva escala en su irreversible pesimismo. Por suerte esta vez evita el rol del maestro que baja línea haciendo rechinar la tiza sobre la pantalla, un ruidito que viene afectando tanto sus fábulas morales (Match point, Cassandra’s dream) como sus sopas de cinismo rancio (Whatever works). Conocerás al hombre de tus sueños (You will meet a tall dark stranger) es el film más modesto de Allen en muchos años, en donde el director espolvorea las sales de siempre pero con mayor templanza y cariño. Debe ser la llegada de la resignación, la procesión crepuscular que va por dentro, la que le permitió al realizador abandonar la unívoca altanería de la amargura para concentrarse en los colores de la complejidad, recuperando así su clásica paleta de trazos humanos en la que todos nos vemos representados de una forma u otra. Hacía tiempo que Woody no se sentaba tan cerca nuestro para hablarnos directamente a nosotros sobre nuestras torpezas cotidianas.
Los personajes se cruzan, se gustan, se pelean, se aman, se frustran, se acusan, se escapan, se mienten, se vuelven a entusiasmar, como trompos que giran desesperadamente buscando la llave de la vida, sin quitarse las anteojeras jamás. Lo curioso es que todo sucede en la Londres más llena de luz de la historia del cine, pero casi nadie piensa dejar el solipsismo para hacer pie en el suelo de un paraíso posible (¿el de humildad, quizás?). Allen vuelve sobre temas habituales como el deseo, el fracaso y la culpa, y es bueno destacar que no se olvida de quienes terminan heridos, incluso si se trata de personajes muy secundarios (como por ejemplo, la familia del novio que se queda sin boda). No hay certidumbre de ningún tipo, y aun cuando se tengan las mejores intenciones, el azar puede clavarnos un puñal por la espalda. ¿Existe algo más que este mezquino aquí y ahora?
Allen no está todavía dispuesto a entregarse. Conocerás al hombre de tus sueños despierta muchas preguntas, y esto significa que la búsqueda continúa. ¿Qué podría hacer de nosotros mejores personas? Probablemente ese techito simbólico bajo el cual elegimos cobijarnos. Podemos creer que nuestra alma no morirá nunca porque reencarnará en otros cuerpos, o que el ser querido que nos dejó hace poco nos está saludando desde el más allá. En definitiva, en la película surge la necesidad de una trascendencia espiritual (un interrogante que también nutre al último film de Clint Eastwood). En esto confían los únicos dos personajes a quienes Woody les regala una sonrisa sincera. Los únicos que logran salir adelante sin lastimar a los demás.
Yo también confío en Woody pero que por favor elimine al narrador de sus próxima películas. Es muy irritante y termina siendo redundante... él sabe contar historias y el espectador no necesita una voz que indique qué piensan los personajes.
ResponderEliminarCoincido. Pero parece que para Woody la voz narradora es casi una compulsión genética: necesita recordarnos que él es el demiurgo que maneja los hilos. En esta película, además, la voz funciona para reforzar el escepticismo, ya que el relato comienza con una idea que al final la misma voz termina descartando; una manera de decir "no creas ni siquiera en esta ficción". ¿Qué nos queda, entonces? Tal vez es hora de inventarnos nuevas creencias, o de recuperar las que la Razón nos obligó a desestimar (en fin, son cosas sueltas que se me ocurren).
ResponderEliminarUn abrazo.