“Robar, huir… y matar”. Con este homenaje a Woody Allen Telenoche anunciaba en un videograph la denominada “Masacre de Pompeya”. No importó que aquel famoso film de los ‘70 fuera una comedia y esta noticia fuera una tragedia. “Esta película de horror comenzó…”, rezaba la voz en off del cronista del noticiero, otra obvia apelación a las etiquetas del cine, en cuyas formas nobles pretende escudarse el discurso televisivo. Pero es la pantalla chica la única responsable de parir y modelar cada día el subgénero del morbo policial. “Un grupo de delincuentes”. “Tres malvivientes”. “Un amoral que jugó con la vida ajena”, protestaba Julio Bazán. Los locutores parloteaban sin tener idea de nada. Años después aplaudieron a los jueces por la “condena ejemplar”.
El Rati Horror Show parte de estas imágenes y las edita como si estuviéramos saltando entre fragmentos de YouTube que tocan la misma historia pero están llenos de incongruencias. Las imágenes circulan, pasan, saturan, y como plantea Domènec Font, “traducen una carga pulsional inmediata para la vista o para la manipulación táctil, pero no exigen mayor calado que su evidencia.” (1) Estamos acostumbrados a muchas cosas que no cierran y sin embargo “no nos inmutamos”, como dice el abogado de Fernando Carrera. Cuando Enrique Piñeyro recaló en esas incongruencias, no se limitó a gruñir por “lo mal que está este país, qué cosa”. El Piñeyro-espectador se preocupó, ató los cabos y actuó en consecuencia, porque advirtió enseguida que con la condena a Carrera lo que estaba flagrantemente en juego es la presunción de inocencia, “la piedra angular de la aplicación del Derecho en la Argentina y en la mayoría de los países democráticos”. (2)
En su cuarto film como director, Piñeyro hace una rotunda denuncia contra el sistema policial y judicial, además de exponer la volubilidad mediática cotidiana. Y también hace una película repleta de recursos atractivos que reconstruyen el hecho a la vez que intentan explorar eso que llamamos “percepción”. Una investigación rigurosa y una reflexión sobre la relatividad de lo que creemos ver y oír. Un film gratamente tecnológico que imprime movimiento a las impalpables conjeturas. Un relato que analiza, contrasta y aporta datos mientras nos seduce evocando los trazos de diversos géneros. Climas de ciencia-ficción cuando el film despega en el espacio exterior, cual ojo extraterrestre que aterriza en la Tierra (y los dispositivos ultramodernos de la oficina de trabajo tienen mucho de nave espacial). Pedacitos de western cuando de repente todos se van al campo (western híbrido, en verdad, porque luego veremos a un hombre de color azul en un granero). Un chispazo de humor político a cargo de Tato Bores corona los pasos de comedia cínica ensayados por el realizador-orador-guía y su inefable dicción. Con todos estos cruces, algunos más pertinentes que otros, El Rati Horror Show busca ir más allá del llano informe periodístico, y lo logra, principalmente porque desde el inicio tiene muy claro su objetivo.
Porque el drama de Fernando Carrera no es simplemente un caso alarmante o curioso o potable desde lo cinematográfico. Al asociarlo, en el comienzo del relato, con los asesinatos de Kosteki y Santillán, Piñeyro exhibe una idea de la Historia, eligiendo unir dos hechos supuestamente distanciados para armar una narración, una trama de responsabilidad política que no se agota en el acontecimiento individual. Los medios de comunicación sí, todo lo agotan cuando se “seca” el espectáculo, y si acuden a los antecedentes es sólo para atizar el fuego en vez de ayudar a comprender su raíz. En una era colapsada por los acontecimientos efímeros y olvidables, el film rescata las conexiones de sentido que identifican a una sociedad. Es el cine el que todavía puede detenerse a hilar y pensar la trama profunda. Claro que la justicia no siempre puede darse el lujo del tiempo.
1 - Domènec Font en su ensayo titulado "Estética del relato audiovisual".
2 - Enrique Piñeyro en un artículo publicado en el suplemento "Radar", de Página/12 (12/09/10).
El Rati Horror Show puede verse completa en YouTube.
ví ayer rati horror show.... uno queda mudo pensando que por los errores de quienes velan por nuestra seguridad puede pagar cualquiera....plantándote pruebas, tergiversando declaraciones...escalofriante
ResponderEliminarMaugeri (el peluquero testigo que al mismo tiempo dirige la Asociación de Amigos de la Policía) debe ser el personaje más siniestro del año.
ResponderEliminarAbrazo.
totalmente de acuerdo....
ResponderEliminarno era en la pelìcula "perros de la calle", de tarantino, donde harvey keitel era un "limpiador" de errores como èstos?...
No no no, en Tiempos violentos Keitel hace de un personaje que limpia las consecuencias del accionar de gangsters.
ResponderEliminarUna película que es el eterno recuerdo de la pavada de colores en la que los argentinos vivimos, la ilusión de libertad y derechos que tenemos.
ResponderEliminarUn país sin justicia ni libertad, en manos de una policía corrupta desde su núcleo, que si solo necesita que usted y yo o seamos criminales o asesinos, nos convertiremos instantáneamente en eso.
La próxima vez que nos emocionemos por los derechos que creemos tener pensemos en Fernando Carrera.
Tristemente, es así. Gracias por tu visita.
ResponderEliminarEn este momento, viernes 8 de junio de 2012, estoy viendo a Fernando Carrera en televisión, junto a su familia. Está libre excarcelado, aunque aún no absuelto).
ResponderEliminarGracias Enrique Piñeyro por la película.