Veamos si una anécdota puede resumir el sentir en su conjunto:
Es jueves por la tarde y voy en camino a la que será mi penúltima película en el festival. Estoy cruzando la calle Belgrano cuando veo que a mi lado pasa un rostro conocido. ¡Pero si es John Sayles! (Mar del Plata también es esto: rozar con el codo al director de Escrito en el agua, o viajar en un ascensor a solas con Alan Rickman, por ejemplo). Termino de cruzar y me paro en la esquina para espiar sus movimientos. Veo que él y la mujer que lo acompaña lucen desorientados. Deben estar buscando alguno de los cines. Miran para un lado y para el otro, vuelven sobre sus pasos. ¿Me acerco? ¿Les doy una mano? Entre tanto absurdo cavilar veo que un hombre les da indicaciones y ellos finalmente llegan a destino. ¿Será que a Sayles le toca presentar ahora su último film, Amigo? ¿Y esto se me escapó? Desesperada, manoteo la grilla de horarios y compruebo que no, su película no está programada para hoy. Ajá, entonces el director va como simple espectador a ver otra. ¿Cuál será esa película que él eligió? ¿Qué obra maestra me estoy perdiendo?
Es jueves por la tarde y voy en camino a la que será mi penúltima película en el festival. Estoy cruzando la calle Belgrano cuando veo que a mi lado pasa un rostro conocido. ¡Pero si es John Sayles! (Mar del Plata también es esto: rozar con el codo al director de Escrito en el agua, o viajar en un ascensor a solas con Alan Rickman, por ejemplo). Termino de cruzar y me paro en la esquina para espiar sus movimientos. Veo que él y la mujer que lo acompaña lucen desorientados. Deben estar buscando alguno de los cines. Miran para un lado y para el otro, vuelven sobre sus pasos. ¿Me acerco? ¿Les doy una mano? Entre tanto absurdo cavilar veo que un hombre les da indicaciones y ellos finalmente llegan a destino. ¿Será que a Sayles le toca presentar ahora su último film, Amigo? ¿Y esto se me escapó? Desesperada, manoteo la grilla de horarios y compruebo que no, su película no está programada para hoy. Ajá, entonces el director va como simple espectador a ver otra. ¿Cuál será esa película que él eligió? ¿Qué obra maestra me estoy perdiendo?
Mientras sigo mi ruta hacia otro cine, me da bronca saber que, además de tantas películas deseables, me perdí la de Sayles y también la que Sayles fue a ver, como también su conferencia, y la de Bruce Beresford, y la de Bruno Ganz, y la de Hal Hartley, porque uno quiere escuchar a los maestros pero al mismo tiempo quiere pispear aunque sea un manojito de las películas del festival. “Al menos fui a la charla con Roman Gubern, que estuvo buenísima”, me digo para resignarme, y me refugio en una máxima que suele aplicar mi papá: “Todo no se puede”.
Así que aquí estamos. Voy a recorrer algunas películas a partir de la lógica de la resonancia. Es decir, aquellos títulos que siguen golpeando las puertas de la percepción, con diferentes intensidades y motivaciones. Como diría Paul:
Do me a favor: open the door and let’em in.
1 comentario:
Bienvenida, gracias por tus comentarios que me permiten acercarme al mundo del festival!
Espero que algún exhibidor acepte el desafío y nos brinde la posibilidad de acercarnos a parte de la programación.
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