"Cómo envidiaba a Chuck. Su habilidad para creer en las palabras que pronunciaba, sus tontos flirteos, su inclinación -propia de un soldado raso- por esos juegos de palabras ágiles y sin sentido. Sin embargo, lo que más envidiaba era la naturalidad de su encanto.
A Teddy siempre le había costado ser una persona encantadora. Tras la guerra, aún había resultado más difícil. Y después de Dolores, simplemente se había quedado sin encanto. Ser una persona encantadora era el lujo de aquellos que todavía creían en la justicia esencial de las cosas, en la pureza."
Dennis Lehane - "Shutter Island"
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