Hace quince años, el antropólogo Philippe Bourgois publicó el libro En busca de respeto. Vendiendo crack en Harlem (Ed. Siglo XXI). Para el trabajo de campo, el autor se instaló en el barrio durante cuatro años y se hizo pasar por vecino. Los párrafos que siguen integran una entrevista con el investigador publicada hoy en el diario Página/12, en donde recuerda su experiencia de aquellos años y la compara con el panorama actual.
Por Philippe Bourgois *
- “En estas interacciones, los que llevan las de perder padecen violencias constantes. Puede ser por su camisa, su falda, o por su forma de pronunciar los plurales. Cualquier minucia. Lo que es peor, se convence a las víctimas de que es su propia estupidez la que ocasiona esos episodios incómodos. Me lo ilustró bien Primo, uno de mis amigos de allá, cuando me relató que su jefa lo había llamado ‘analfabeto’ y él tuvo que recurrir a un diccionario para ver qué le habían querido decir con eso. Y sabía leer. La incomunicación, evidentemente, estaba en otro lado.”
- “Los discriminados sienten la angustia de no saber ni cómo hay que mover el cuerpo para obtener credibilidad frente a las personas de mejor posición socioeconómica. A ese nivel llega el problema. Por un lado, soy pesimista, porque la ilegalidad se ha multiplicado desde la primera edición de este libro, que fue allá por 1995. No deja de impactarme el hecho de que los dominados sigan tolerando ese grado de desigualdad. Peor aún: ¿por qué la dominación se internaliza y se concreta en violencias entre pobres, en vez de apuntar a los poderosos de una sociedad que no los integra? No hay respuestas automáticas. Lo que sí compruebo cada vez que vuelvo a East Harlem es que, más allá del estado en que yo esté, la vida se abre camino.
- “Para darte un ejemplo, el hijo de uno de los dealers con los que me comuniqué en los ochenta es ahora diseñador web. No gana fortunas, pero gracias a los anuncios que Google pone en su site tiene para mantenerse. Lo insólito es que su página es sobre pandilleros. Enseña cómo golpear mejor, cómo pelearse, y los anunciantes son compañías que fabrican ropa onda hip hop. En ese chico yo veo las contradicciones de la sociedad de consumo, junto a una creatividad que está pidiendo pista para canalizarse de modo más positivo.”
* En una entrevista realizada por Facundo García, publicada hoy en el diario Página/12. Ir al artículo completo.
La imagen pertenece a la extraordinaria serie The Wire, que no está ambientada en Harlem sino en Baltimore, pero el sistema, tristemente, es el mismo.
¡Muy buena la serie The Wire!, lástima que no se estreno acá. Corrupción policial, torturas, políticos narcos, mafias en los sindicatos, operaciones de prensa... parece cualquier cualquier lugar latinoamericano. Totalmente recomendada.
ResponderEliminarSaludos, muy bueno el blog.
No se estrenó, pero se consigue en Internet. Creo que pocas cosas se comparan con esta serie de televisión. El crítico Kent Jones llegó a decir que era mejor que todo el cine fecho de la última década... bueno, quizás exageró un poquito. Quizás.
ResponderEliminarAdmiro la mirada de quienes la hicieron: hay un compromiso social que no se encuentra todos los días (si bien no es fácil sostener alguna esperanza luega de verla).
Saludos, y gracias por pasar.