“La cuestión que más me llama la atención de este nuevo mundo de imágenes es la de la autoría. Entendiendo la autoría como la voluntad que define y da existencia a las cosas. Cualquier persona que tenga acceso a Internet puede sobrevolar el planeta en pocos minutos. Con Googleearth, por ejemplo. Según dicen algunos diarios, estas ofertas de imágenes tomadas por satélite generan riesgos estratégicos en las zonas de conflicto, como Irak, donde ha sucedido que ciertos grupos iraquíes utilizan esa información para dirigir su ataque. Y se ha obligado a Googleearth a desactualizar ciertas regiones, de modo que no aparezcan los asentamientos militares de los aliados que hoy tienen. El maravilloso mundo de la nueva tecnología nos lleva a las mismas viejas preguntas: esto que parece la realidad, lo real, lo natural, ¿cuánto de voluntad, de decisión magnánima o miserable encierra? Estas increíbles herramientas de construcción de imágenes y sonidos, ¿a la felicidad de quién contribuyen?
¿Por qué aceptamos que eso sea correcto de forma tan natural? ¿Es correcto que una fuerza armada por motivos de abastecimiento de petróleo haga uso de imágenes tomadas por satélite para hacer más efectiva la apropiación de un territorio mientras que la fuerza armada que resiste esa ocupación no lo haga? La pregunta puede parecer falsa. Pero lo que deseo señalar es que todos asumimos con bastante naturalidad el hecho de que se altere una imagen pública del planeta en función de las mezquinas ambiciones de un gobierno. En fin, la realidad se crea con decisiones humanas. La voluntad que define la forma espacio-temporal de nuestro planeta no es ajena a la guerra. Esta cuestión tan evidente, ser autores, es difícil de aceptar porque nos hace responsables de la realidad. Incluyendo la pobreza y todas sus calamidades.”
* Fragmento de un testimonio publicado en la revista Cahiers du Cinéma España (Nº 1 - Mayo de 2007).
La imagen pertenece a la mejor secuencia de El origen (Inception), la nueva -e infladísima- película de Christopher Nolan.
Coincido: aunque las cosas cambian siguen siendo imprescindibles las mismas viejas preguntas. Y coincido también en que El origen está infladísima.
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