“Samuel Beckett decía que, siendo un extranjero en Francia, no le correspondía dar su opinión sobre la situación política del país que lo albergaba: nunca firmaba peticiones, no iba a manifestaciones, no escribía cartas de protesta a los diarios. Yo, menos sabio que Beckett, no puedo quedarme callado. Viviendo en un país donde se ha instalado un abominable Ministerio de Identidad Nacional e Inmigración para definir quién es y quién no es francés; donde el presidente tacha a los habitantes de los barrios pobres de racaille, "basura"; donde otro ministro dice de los inmigrantes argelinos que "uno de ellos está bien, pero el problema empieza cuando hay muchos"; donde el presidente pregunta en público para qué sirve leer el clásico francés más importante del siglo XVII, como La Princesse de Clèves ; donde la ministra de financias declara que los franceses deben "pensar menos y trabajar más"; viviendo en un país así siento la obligación de denunciar estas infamias. Si no lo hago, no tengo derecho a dar mi opinión ni sobre literatura ni sobre nada.”
Alberto Manguel
En una entrevista publicada en la Revista Ñ. (Ir al artículo completo).
La imagen pertenece al film Código desconocido (Code inconnu), de Michael Haneke.
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