El guionista Jean-Claude Carrière recuerda a Luis Buñuel:
"A modo de ejercitación, don Luis me hacía contarle una historia por día, aunque la misma no tuviera nada que ver con el guión que estábamos escribiendo. Era sólo para entrenar la imaginación, que cuando se trabaja como un músculo no tiene límites. Para quienes fuimos educados en un ambiente cristiano, existe el pecado de intención: pensar en algo malo es pecado, nos inculcaron. Con Buñuel aprendí que para ser guionista hay que desterrar esa idea. El me decía: «Cada día, el guionista tiene que matar a su padre, violentar a su madre y traicionar a su patria». Hay que aceptar que la imaginación tiene una total inocencia. Además, Buñuel me enseñó que hay que ser imaginativos, pero respetar la necesidad de que lo que sucede en una película sea verosímil. Hay situaciones que ocurren en la vida real, son verdaderas, pero que puestas en un film resultan inverosímiles. Si yo le hubiera propuesto a Buñuel una escena con el presidente de Ecuador afeitándose el bigote en televisión, me la habría rechazado por inverosímil".
* En una nota publicada en el diario La Nación (26/09/96). Ir al artículo completo.
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