The Girl ("Flickan" / Suecia, 2009)
Dirección: Fredrik Edfeldt
Dirección: Fredrik Edfeldt
Sección: Panorama
Hace unos meses, al comentar en este blog el film uruguayo Acné, decíamos que esa historia necesitaba situarse en los años 80 para recuperar ciertos enigmas de la adolescencia que hoy aparecen difusos (se han vuelto enigmas “mediatizados”, digamos), especialmente en lo que hace al amor, la búsqueda de autonomía y la construcción de los vínculos primordiales (entre pares, con los adultos, con el otro sexo). Algo similar sucede en The Girl, que se inscribe en esa misma década y focaliza en una muchachita que, claro, ignora lo que significa “estar conectada”, con lo cual su mapa vital aún se traza con las antiguas coordenadas: mirar a los ojos, escudriñar conductas, salir a la calle, experimentar. Como bien observó un crítico colega al salir de la sala, si el film transcurriera en la actualidad, la chica pasaría el día encorvada sobre su notebook de color rosa Barbie, y no habría historia que contar.
La cuestión es que esta niña, de unos nueve o diez años, se ha quedado sola en su casa, ubicada en un paisaje campestre de Suecia. Se supone que su tía debería cuidarla, pero la tía está en otra. Los padres de la chica viajaron a África en una misión humanitaria (“esa gente que pretende salvar el mundo pero abandona a su propia hija”, masculla un personaje por allí). Está sola, librada a su puro instinto, coyuntura que ella convierte en posibilidades. Con su cabello rojizo, las pecas profusas y su carita de duende, la nena recuerda mucho a Sissi Spacek, como si fuera una Carrie preadolescente, parecido que la vuelve aún más imprevisible como personaje. La chica a veces se muestra frágil, otras veces impone un arrojo casi fantástico, aunque la mayor parte del tiempo oculta su sentir detrás del ceño inolvidable de la actriz Blanca Engström.
Muchos comparan la estética de The Girl con Let the right one in (Criatura de la noche), ya que ambas comparten al director de fotografía, Hoyte van Hoytema. Sin embargo, el film de Fredrik Edfeldt me resultó más cercano -y con curiosas similitudes- a la atmósfera de El último verano de la Boyita, de Julia Solomonoff, tanto en su lozanía como en sus recovecos inquietantes. Admito que, urgida por esas ansias de novedad que provocan los primeros días del Bafici, pensé que The Girl apenas calificaba como otro relato de iniciación más, honesto y prolijamente elaborado. Pero cuando el festival avanza y uno comienza a licuarse entre tantas películas pretenciosas, las imágenes del film sueco regresan con ganas de resignificar su jerarquía. En términos de composición visual, aunque el peso de la estilización es evidente, el director logra evitar el preciosismo gratuito; y por el lado narrativo, si bien incluye diversos elementos típicos (la metáfora del trampolín, por ejemplo), la película gana complejidad cuando se resiste a las lecturas lineales sobre la familia. Las fichas le caen todas juntas a esta chica, cuando comprueba que tener una familia constituida (como la de sus vecinos) no es garantía de salud psicológica; que no hay crecimiento sin asunción de los errores; que quizás no exista mayor soledad que la fundada en la infancia.
La clave es que ella no deja de ser una niña, que quiere lo que todas queremos cuando somos chicas. Dar con alguien que sienta deseos de peinarla, de acariciar su pelo con cariño. Con paciencia y en silencio.
La cuestión es que esta niña, de unos nueve o diez años, se ha quedado sola en su casa, ubicada en un paisaje campestre de Suecia. Se supone que su tía debería cuidarla, pero la tía está en otra. Los padres de la chica viajaron a África en una misión humanitaria (“esa gente que pretende salvar el mundo pero abandona a su propia hija”, masculla un personaje por allí). Está sola, librada a su puro instinto, coyuntura que ella convierte en posibilidades. Con su cabello rojizo, las pecas profusas y su carita de duende, la nena recuerda mucho a Sissi Spacek, como si fuera una Carrie preadolescente, parecido que la vuelve aún más imprevisible como personaje. La chica a veces se muestra frágil, otras veces impone un arrojo casi fantástico, aunque la mayor parte del tiempo oculta su sentir detrás del ceño inolvidable de la actriz Blanca Engström.
Muchos comparan la estética de The Girl con Let the right one in (Criatura de la noche), ya que ambas comparten al director de fotografía, Hoyte van Hoytema. Sin embargo, el film de Fredrik Edfeldt me resultó más cercano -y con curiosas similitudes- a la atmósfera de El último verano de la Boyita, de Julia Solomonoff, tanto en su lozanía como en sus recovecos inquietantes. Admito que, urgida por esas ansias de novedad que provocan los primeros días del Bafici, pensé que The Girl apenas calificaba como otro relato de iniciación más, honesto y prolijamente elaborado. Pero cuando el festival avanza y uno comienza a licuarse entre tantas películas pretenciosas, las imágenes del film sueco regresan con ganas de resignificar su jerarquía. En términos de composición visual, aunque el peso de la estilización es evidente, el director logra evitar el preciosismo gratuito; y por el lado narrativo, si bien incluye diversos elementos típicos (la metáfora del trampolín, por ejemplo), la película gana complejidad cuando se resiste a las lecturas lineales sobre la familia. Las fichas le caen todas juntas a esta chica, cuando comprueba que tener una familia constituida (como la de sus vecinos) no es garantía de salud psicológica; que no hay crecimiento sin asunción de los errores; que quizás no exista mayor soledad que la fundada en la infancia.
La clave es que ella no deja de ser una niña, que quiere lo que todas queremos cuando somos chicas. Dar con alguien que sienta deseos de peinarla, de acariciar su pelo con cariño. Con paciencia y en silencio.
Qué joya de comentario! quiero ver esa película!
ResponderEliminarUn abrazo.
Lili
La reseña del programa del BAFICI estaba en lo cierto: se respira la misma atmósfera que en la novela Jardín de Cemento, de Ian McEwan. Me resulto una película magnética, que combina a la perfección la ternura y lo siniestro gracias a la interpretación inolvidable de la pequeña actriz.
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