Qué vanidad imaginar
que puedo darte todo, el amor y la dicha,
itinerarios, música, juguetes.
Es cierto que es así:
todo lo mío te lo doy, es cierto,
pero todo lo mío no te basta
como a mí no me basta que me des
todo lo tuyo.
Por eso no seremos nunca
la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar
que sólo en la aritmética
el dos nace del uno más el uno.
Por ahí un papelito
que solamente dice:
Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.
Julio Cortázar
domingo, 28 de febrero de 2010
jueves, 25 de febrero de 2010
Ironías
"Esta es la primera época que le ha prestado mucha atención al futuro, lo cual no deja de ser irónico, ya que tal vez no tengamos ninguno."
Arthur C. Clarke
Arthur C. Clarke
La imagen pertenece al film de próximo estreno La carretera (The road), dirigido por John Hillcoat a partir de la demoledora y genial novela de Cormac McCarthy.
martes, 23 de febrero de 2010
Un cuento de Dabove
El tren
El tren era el de todos los días a la tardecita, pero venía moroso, como sensible al paisaje.
Yo iba a comprar algo por encargo de mi madre.
Era suave el momento, como si el rodar fuera cariño en los lúbricos rieles. Subí, y me puse a atrapar el recuerdo más antiguo, el primero de mi vida. El tren se retardaba tanto que encontré en mi memoria un olor maternal: leche calentada, alcohol encendido. Esto hasta la primera parada: Haedo. Después recordé mis juegos pueriles y ya iba hacia la adolescencia, cuando Ramos Mejía me ofreció una calle sombrosa y romántica, con su niña dispuesta al noviazgo. Allí mismo me casé, después de conocer y visitar a sus padres y al patio de su casa, casi andaluz. Ya salíamos de la iglesia del pueblo, cuando oí tocar la campana; el tren proseguía el viaje. Me despedí y, como soy muy ágil, lo alcancé. Fui a dar a Ciudadela, donde mis esfuerzos querían horadar un pasado quizá imposible de resucitar en el recuerdo.
El jefe de estación, que era amigo, acudió para decirme que aguardara buenas nuevas, pues mi esposa me enviaba un telegrama anunciándolas. Yo pugnaba por encontrar un terror infantil (pues los tuve), que fuera anterior al recuerdo de la leche calentada y del alcohol. En eso llegamos a Liniers. Allí, en esa parada tan abundante en tiempo presente, que ofrece el ferrocarril Oeste, pude ser alcanzado por mi esposa que traía los mellizos vestidos con ropas caseras. Bajamos y, en una de las resplandecientes tiendas que tiene Liniers, los proveímos de ropas standard pero elegantes, y también de buenas carteras de escolares y libros. En seguida alcanzamos el mismo tren en que íbamos y que se había demorado mucho, porque antes había otro tren descargando leche. Mi mujer se quedó en Liniers, pero, ya en el tren, gustaba de ver a mis hijos tan floridos y robustos hablando de foot-ball y haciendo los chistes que la juventud cree inaugurar.
Pero en Flores me aguardaba lo inconcebible; una demora por un choque con vagones y un accidente en un paso a nivel. El jefe de la estación de Liniers, que me conocía, se puso en comunicación telegráfica con el de Flores. Me anunciaban malas noticias. Mi mujer había muerto, y el cortejo fúnebre trataría de alcanzar el tren que estaba detenido en esta última estación. Me bajé atribulado, sin poder enterar de nada a mis hijos, a quienes había mandado adelante para que bajaran en Caballito, donde estaba la escuela.
En compañía de unos parientes y allegados, enterramos a mi mujer en el cementerio de Flores, y una sencilla cruz de hierro nombra e indica el lugar de su detención invisible. Cuando volvimos a Flores, todavía encontramos el tren que nos acompañara en tan felices y aciagas andanzas. Me despedí en el Once de mis parientes políticos y, pensando en mis pobres chicos huérfanos y en mi esposa difunta, fui como un sonámbulo a la "Compañía de Seguros", donde trabajaba. No encontré el lugar.
Preguntando a los más ancianos de las inmediaciones, me enteré que habían demolido hacía tiempo la casa de la "Compañía de Seguros". En su lugar se erigía un edificio de veinticinco pisos. Me dijeron que era un ministerio donde todo era inseguridad, desde los empleos hasta los decretos. Me metí en un ascensor y, ya en el piso veinticinco, busqué furioso una ventana y me arrojé a la calle. Fui a dar al follaje de un árbol coposo, de hojas y ramas como de higuera algodonada. Mi carne, que ya se iba a estrellar, se dispersó en recuerdos. La bandada de recuerdos, junto con mi cuerpo, llegó hasta mi madre."¿A que no recordaste lo que te encargué?", dijo mi madre, al tiempo que hacía un ademán de amenaza cómica: "Tienes cabeza de pájaro".
Santiago Dabove
Yo iba a comprar algo por encargo de mi madre.
Era suave el momento, como si el rodar fuera cariño en los lúbricos rieles. Subí, y me puse a atrapar el recuerdo más antiguo, el primero de mi vida. El tren se retardaba tanto que encontré en mi memoria un olor maternal: leche calentada, alcohol encendido. Esto hasta la primera parada: Haedo. Después recordé mis juegos pueriles y ya iba hacia la adolescencia, cuando Ramos Mejía me ofreció una calle sombrosa y romántica, con su niña dispuesta al noviazgo. Allí mismo me casé, después de conocer y visitar a sus padres y al patio de su casa, casi andaluz. Ya salíamos de la iglesia del pueblo, cuando oí tocar la campana; el tren proseguía el viaje. Me despedí y, como soy muy ágil, lo alcancé. Fui a dar a Ciudadela, donde mis esfuerzos querían horadar un pasado quizá imposible de resucitar en el recuerdo.
El jefe de estación, que era amigo, acudió para decirme que aguardara buenas nuevas, pues mi esposa me enviaba un telegrama anunciándolas. Yo pugnaba por encontrar un terror infantil (pues los tuve), que fuera anterior al recuerdo de la leche calentada y del alcohol. En eso llegamos a Liniers. Allí, en esa parada tan abundante en tiempo presente, que ofrece el ferrocarril Oeste, pude ser alcanzado por mi esposa que traía los mellizos vestidos con ropas caseras. Bajamos y, en una de las resplandecientes tiendas que tiene Liniers, los proveímos de ropas standard pero elegantes, y también de buenas carteras de escolares y libros. En seguida alcanzamos el mismo tren en que íbamos y que se había demorado mucho, porque antes había otro tren descargando leche. Mi mujer se quedó en Liniers, pero, ya en el tren, gustaba de ver a mis hijos tan floridos y robustos hablando de foot-ball y haciendo los chistes que la juventud cree inaugurar.
Pero en Flores me aguardaba lo inconcebible; una demora por un choque con vagones y un accidente en un paso a nivel. El jefe de la estación de Liniers, que me conocía, se puso en comunicación telegráfica con el de Flores. Me anunciaban malas noticias. Mi mujer había muerto, y el cortejo fúnebre trataría de alcanzar el tren que estaba detenido en esta última estación. Me bajé atribulado, sin poder enterar de nada a mis hijos, a quienes había mandado adelante para que bajaran en Caballito, donde estaba la escuela.
En compañía de unos parientes y allegados, enterramos a mi mujer en el cementerio de Flores, y una sencilla cruz de hierro nombra e indica el lugar de su detención invisible. Cuando volvimos a Flores, todavía encontramos el tren que nos acompañara en tan felices y aciagas andanzas. Me despedí en el Once de mis parientes políticos y, pensando en mis pobres chicos huérfanos y en mi esposa difunta, fui como un sonámbulo a la "Compañía de Seguros", donde trabajaba. No encontré el lugar.
Preguntando a los más ancianos de las inmediaciones, me enteré que habían demolido hacía tiempo la casa de la "Compañía de Seguros". En su lugar se erigía un edificio de veinticinco pisos. Me dijeron que era un ministerio donde todo era inseguridad, desde los empleos hasta los decretos. Me metí en un ascensor y, ya en el piso veinticinco, busqué furioso una ventana y me arrojé a la calle. Fui a dar al follaje de un árbol coposo, de hojas y ramas como de higuera algodonada. Mi carne, que ya se iba a estrellar, se dispersó en recuerdos. La bandada de recuerdos, junto con mi cuerpo, llegó hasta mi madre."¿A que no recordaste lo que te encargué?", dijo mi madre, al tiempo que hacía un ademán de amenaza cómica: "Tienes cabeza de pájaro".
Santiago Dabove
lunes, 22 de febrero de 2010
Un plástico transparente
Abrí la puerta y te estabas bañando.
Los vidrios empañados, el ruido del agua
detrás de las cortinas,
las cosas esenciales instaladas
fuera de la razón.
Me llamaste, acercaste la cara
y nos besamos a través del plástico
transparente: fue un instante.
Las parejas y las revistas literarias
duran casi siempre dos números.
Sin embargo, de a poco,
le fuimos ganando terreno al río:
días interminables en los que el caos
tomaba tu forma para envolverme mejor.
Fabián Casas
En la imagen: Matti Pellonpää y Kati Outinen en el film Sombras en el paraíso (Varjoja paratiisissa), dirigido por Aki Kaurismäki.
Los vidrios empañados, el ruido del agua
detrás de las cortinas,
las cosas esenciales instaladas
fuera de la razón.
Me llamaste, acercaste la cara
y nos besamos a través del plástico
transparente: fue un instante.
Las parejas y las revistas literarias
duran casi siempre dos números.
Sin embargo, de a poco,
le fuimos ganando terreno al río:
días interminables en los que el caos
tomaba tu forma para envolverme mejor.
Fabián Casas
En la imagen: Matti Pellonpää y Kati Outinen en el film Sombras en el paraíso (Varjoja paratiisissa), dirigido por Aki Kaurismäki.
Necesidad y espíritu
"Y si he de depositar mi confianza en algún sitio, la otorgaría a la psique del observador sensible y libre de las convenciones del entendimiento. No tendría ninguna aprensión respecto al uso que este observador pudiera hacer de estas pinturas al servicio de las necesidades de su propio espíritu; porque, si hay necesidad y espíritu al mismo tiempo, seguro que habrá una auténtica transacción."
Mark Rothko
jueves, 18 de febrero de 2010
Nuevos motivos...
…por los que los poetas mienten
Porque el instante
en que la palabra feliz
se pronuncia
no es nunca el instante de la felicidad.
Porque los labios del sediento
no hablan de sed.
Porque por boca de la clase obrera
nunca oiréis la palabra clase obrera.
Porque el desesperado
no tiene ganas de decir
"estoy desesperado".
Porque orgasmo y Orgasmo
son incompatibles.
Porque el moribundo, en lugar de decir,
"me estoy muriendo"
no emite más que un ruido sordo
que nos resulta incomprensible.
Porque los vivos
son los que rompen el tímpano de los muertos
con sus terribles noticias.
Porque las palabras acuden siempre demasiado tarde
o demasiado pronto.
Porque de hecho es otro,
siempre otro,
el que habla,
y porque aquel de quien se habla
calla.
Hans Magnus Enzensberger
Porque el instante
en que la palabra feliz
se pronuncia
no es nunca el instante de la felicidad.
Porque los labios del sediento
no hablan de sed.
Porque por boca de la clase obrera
nunca oiréis la palabra clase obrera.
Porque el desesperado
no tiene ganas de decir
"estoy desesperado".
Porque orgasmo y Orgasmo
son incompatibles.
Porque el moribundo, en lugar de decir,
"me estoy muriendo"
no emite más que un ruido sordo
que nos resulta incomprensible.
Porque los vivos
son los que rompen el tímpano de los muertos
con sus terribles noticias.
Porque las palabras acuden siempre demasiado tarde
o demasiado pronto.
Porque de hecho es otro,
siempre otro,
el que habla,
y porque aquel de quien se habla
calla.
Hans Magnus Enzensberger
miércoles, 17 de febrero de 2010
El vuelo visual
“Siempre estudio los espacios, ya que me dan ideas sobre cómo escenificar las puestas. Ahora construyo maquetas de todas las locaciones y los sets. Para mí ese es el trabajo del director. Cuando tengo una idea que se conduce visualmente, me divierto muchísimo. Cuando trabajo con el material de otro, lo cual ocurre aproximadamente la mitad de las veces, trato de encontrar lugares donde hacer que la película levante vuelo en lo visual, pero tenés que llegar a las escenas emotivas y a las de personajes, y tenés que dejar la cámara bien quieta, yo entiendo cómo se hace. ¿Me interesa? No, pero entiendo lo que el material necesita. Creo firmemente -sobre todo porque soy uno de los pocos que aún lo practican- en contar historias a través de las imágenes. Diría que en un 90 por ciento de las películas que veo, no pasa nada en el aspecto visual de la historia. Cuando una película hecha en Nueva York empieza y ves un plano de Manhattan filmado desde un helicóptero, sabés que no hay nada en la imaginación visual del director”.
Brian De Palma
(En una entrevista realizada por Gavin Smith para Film Comment, reproducida en la revista El Amante Nº 134 - Junio 2003)
En la imagen: Nicolas Cage y Brian De Palma en el rodaje de Snake Eyes.
Brian De Palma
(En una entrevista realizada por Gavin Smith para Film Comment, reproducida en la revista El Amante Nº 134 - Junio 2003)
En la imagen: Nicolas Cage y Brian De Palma en el rodaje de Snake Eyes.
domingo, 14 de febrero de 2010
Soledades
Mientras hoy el mercado lucra con el invento importado del Valentine’s Day, quisiera recordar a aquellos millones y millones de seres humanos que desde hace siglos viven en el más absoluto desamor. Los dejo con el maestro:
Por Eduardo Galeano *
"Con la soledad pasa lo mismo que con la pobreza: una cosa es la pobreza de algunos santos, de algunos ascetas y alguna gente con tremenda capacidad de desprendimiento y de sacrificio que elige la pobreza. Como un amigo mío italiano que se llama Jany Tonioni -que es un científico muy importante- uno de los especialistas de investigación cardiológica más importantes del mundo; gana mucho dinero y vive así, con una pobreza franciscana, porque todo lo que gana lo entrega a las organizaciones que luchan por los derechos humanos en el mundo. El se ha impuesto eso a sí mismo. Son casos de pobreza elegida que pueden ser muy purificadores del alma. Es muy distinta la pobreza no elegida, cuando alguien nace en el barrio Borro condenado desde chico a la delincuencia. La pobreza allí es una maldición espantosa."
"Con la soledad pasa lo mismo: una cosa es la soledad que uno elige, que muchas veces es necesaria. Uno necesita estar solo muchas veces en la vida. Y estar solo puede no ser estar solo en el sentido estricto de "estar solo"; porque como vos decías con mucha razón: uno muchas veces puede estar acompañado por las voces de la tierra, por las voces de la noche, por las voces de su propia memoria que te acompañan aunque no quieras. Uno nunca está de veras solo. Pero digamos que dentro de lo que sería esa soledad relativa, elegir la soledad es un derecho humano fundamental, el derecho de estar solo a veces y eso está perfectamente bien."
"Entonces hay una soledad elegida, que es la soledad que uno vive en silencio, que a veces es imprescindible para poner el alma en orden. A mí me hace mucho bien caminar, camino mucho solo por la rambla. Camino, ando y ahí voy poniendo en orden el alma; voy juntando los pedacitos de mi alma rota."
"Pero hay otra soledad, que es la soledad no elegida, la soledad a la que te condena una sociedad del desvínculo, una sociedad que te separa de los demás, que te impide encontrarte con los demás y esa soledad no elegida es una maldición; es una fuente de angustia, de ansiedad, te hace sentirte la última basura de la tierra. En cambio la soledad elegida puede acompañarte mucho y muy bien en los momentos más jodidos, más difíciles. Son como dos modos de la soledad muy distintos. Así como hay dos modos de pobreza también muy distintos, así también hay dos modos de soledad."
"En el mundo de hoy la gente está cada vez más sola. Eso lo siento en los países pobres, en los países ricos, en Europa, en América Latina, en la gente que vive a todo lujo y en los que vienen en la última miseria. Yo siento que están todos cada vez más solos. Por ejemplo la relación entre las personas está dejando lugar a la relación entre las máquinas. Cuando yo era chico la fiesta de la vida era a la intemperie: estar con otros chicos a veces rompiéndonos los dientes, peleándonos, pero era la vida como fiesta compartida y ahora en cambio vos ves a los nenes condenados al televisor. Ahora, que fui a Buenos Aires porque tuve que hacer una presentación en un teatro céntrico; un día a las cinco o seis de la tarde, alcé la vista y vi en un sexto piso un niño con un triciclo en el balcón que iba y venía. Iba y venía él con el triciclo en el balcón. Era un bichito enjaulado, era un prisionero, era un solo, un solo de soledad no elegida, un solo de soledad impuesta por un sistema social, por un modo de vida que nos arroja a la soledad, la soledad a la que estamos condenados en el mundo de hoy, la soledad que te condena en la medida en que te envenena la relación con los demás. A partir del momento en que te obliga a considerar que los demás son enemigos, son competidores, que te van a quitar tu trabajo; competidores ante quienes vas a tener que demostrar que sos más importante porque tenés más cosas."
"Se han envenenado las relaciones entre las personas: la competencia; esta concepción de la vida como carrera de obstáculos, donde cada uno tiene que demostrar que tiene derecho de vivir porque es capaz de ganarle al otro. Eso ha envenenado las relaciones entre las personas que son cada vez menos fraternales, cada vez menos solidarias."
* Fragmentos editados de una conversación publicada en La Prensa del Oeste (abril de 1995). Ir al texto completo.
La pintura es de Antonio Berni.
Por Eduardo Galeano *
"Con la soledad pasa lo mismo que con la pobreza: una cosa es la pobreza de algunos santos, de algunos ascetas y alguna gente con tremenda capacidad de desprendimiento y de sacrificio que elige la pobreza. Como un amigo mío italiano que se llama Jany Tonioni -que es un científico muy importante- uno de los especialistas de investigación cardiológica más importantes del mundo; gana mucho dinero y vive así, con una pobreza franciscana, porque todo lo que gana lo entrega a las organizaciones que luchan por los derechos humanos en el mundo. El se ha impuesto eso a sí mismo. Son casos de pobreza elegida que pueden ser muy purificadores del alma. Es muy distinta la pobreza no elegida, cuando alguien nace en el barrio Borro condenado desde chico a la delincuencia. La pobreza allí es una maldición espantosa."
"Con la soledad pasa lo mismo: una cosa es la soledad que uno elige, que muchas veces es necesaria. Uno necesita estar solo muchas veces en la vida. Y estar solo puede no ser estar solo en el sentido estricto de "estar solo"; porque como vos decías con mucha razón: uno muchas veces puede estar acompañado por las voces de la tierra, por las voces de la noche, por las voces de su propia memoria que te acompañan aunque no quieras. Uno nunca está de veras solo. Pero digamos que dentro de lo que sería esa soledad relativa, elegir la soledad es un derecho humano fundamental, el derecho de estar solo a veces y eso está perfectamente bien."
"Entonces hay una soledad elegida, que es la soledad que uno vive en silencio, que a veces es imprescindible para poner el alma en orden. A mí me hace mucho bien caminar, camino mucho solo por la rambla. Camino, ando y ahí voy poniendo en orden el alma; voy juntando los pedacitos de mi alma rota."
"Pero hay otra soledad, que es la soledad no elegida, la soledad a la que te condena una sociedad del desvínculo, una sociedad que te separa de los demás, que te impide encontrarte con los demás y esa soledad no elegida es una maldición; es una fuente de angustia, de ansiedad, te hace sentirte la última basura de la tierra. En cambio la soledad elegida puede acompañarte mucho y muy bien en los momentos más jodidos, más difíciles. Son como dos modos de la soledad muy distintos. Así como hay dos modos de pobreza también muy distintos, así también hay dos modos de soledad."
"En el mundo de hoy la gente está cada vez más sola. Eso lo siento en los países pobres, en los países ricos, en Europa, en América Latina, en la gente que vive a todo lujo y en los que vienen en la última miseria. Yo siento que están todos cada vez más solos. Por ejemplo la relación entre las personas está dejando lugar a la relación entre las máquinas. Cuando yo era chico la fiesta de la vida era a la intemperie: estar con otros chicos a veces rompiéndonos los dientes, peleándonos, pero era la vida como fiesta compartida y ahora en cambio vos ves a los nenes condenados al televisor. Ahora, que fui a Buenos Aires porque tuve que hacer una presentación en un teatro céntrico; un día a las cinco o seis de la tarde, alcé la vista y vi en un sexto piso un niño con un triciclo en el balcón que iba y venía. Iba y venía él con el triciclo en el balcón. Era un bichito enjaulado, era un prisionero, era un solo, un solo de soledad no elegida, un solo de soledad impuesta por un sistema social, por un modo de vida que nos arroja a la soledad, la soledad a la que estamos condenados en el mundo de hoy, la soledad que te condena en la medida en que te envenena la relación con los demás. A partir del momento en que te obliga a considerar que los demás son enemigos, son competidores, que te van a quitar tu trabajo; competidores ante quienes vas a tener que demostrar que sos más importante porque tenés más cosas."
"Se han envenenado las relaciones entre las personas: la competencia; esta concepción de la vida como carrera de obstáculos, donde cada uno tiene que demostrar que tiene derecho de vivir porque es capaz de ganarle al otro. Eso ha envenenado las relaciones entre las personas que son cada vez menos fraternales, cada vez menos solidarias."
* Fragmentos editados de una conversación publicada en La Prensa del Oeste (abril de 1995). Ir al texto completo.
La pintura es de Antonio Berni.
viernes, 12 de febrero de 2010
El amor empieza...
...cuando se rompen los dedos
y se dan vuelta las solapas del traje,
cuando ya no hace falta pero tampoco sobra
la vejez de mirarse,
cuando la torre de los recuerdos, baja o alta,
se agacha hasta la sangre.
El amor empieza cuando Dios termina
y cuando el hombre cae,
mientras las cosas, demasiado eternas,
comienzan a gastarse,
y los signos, las bocas y los signos,
se muerden mutamente en cualquier parte.
El amor empieza
cuando la luz se agrieta como un muerto disfrazado
sobre la soledad irremediable.
Porque el amor es simplemente eso:
la forma del comienzo
tercamente escondida
detrás de los finales.
Roberto Juarroz
En la imagen: Nathalie Baye y Sergi López en la hermosísima película Una relación particular (Un liaison pornographique), dirigida por Frédéric Fonteyne.
y se dan vuelta las solapas del traje,
cuando ya no hace falta pero tampoco sobra
la vejez de mirarse,
cuando la torre de los recuerdos, baja o alta,
se agacha hasta la sangre.
El amor empieza cuando Dios termina
y cuando el hombre cae,
mientras las cosas, demasiado eternas,
comienzan a gastarse,
y los signos, las bocas y los signos,
se muerden mutamente en cualquier parte.
El amor empieza
cuando la luz se agrieta como un muerto disfrazado
sobre la soledad irremediable.
Porque el amor es simplemente eso:
la forma del comienzo
tercamente escondida
detrás de los finales.
Roberto Juarroz
En la imagen: Nathalie Baye y Sergi López en la hermosísima película Una relación particular (Un liaison pornographique), dirigida por Frédéric Fonteyne.
miércoles, 10 de febrero de 2010
Aires
“El hombre se ahoga en la literalidad. El hombre es incapaz de vivir sin respirar el aire renovador de la metáfora. Pero, claro, la metáfora no puede ser nunca su suelo definitivo. Si el aire renovador se estabiliza y se perpetúa, deja de ser lo que era y también puede asfixiarlo.”
Santiago Kovadloff
Santiago Kovadloff
La pintura es de Emilio Pettorutti.
domingo, 7 de febrero de 2010
Mi pecho tiene un rincón
Mi pecho tiene un rincón
con caminos infranqueables
y caminos que no son.
Y en esa cruz de caminos
sólo acierta el peregrino
que apuesta su corazón.
Mi pecho tiene también
un agujero en el techo
por donde se puede ver.
A veces se ve llover
o alguna nube que pasa
y al lucero amanecer.
Mi pecho tiene un portal
sin cerrojo y sin candado
y una ventana hacia el mar.
Mi pecho es un bucanero
tripulante de un velero
sin nombre y sin bautizar.
Mi pecho es un surco abierto,
y es un volcán en reposo
y un patio con un parral.
Mi pecho tiene un rincón
donde todos mis hermanos
beberán del mismo vino,
comerán del mismo pan.
Alfredo Zitarrosa
con caminos infranqueables
y caminos que no son.
Y en esa cruz de caminos
sólo acierta el peregrino
que apuesta su corazón.
Mi pecho tiene también
un agujero en el techo
por donde se puede ver.
A veces se ve llover
o alguna nube que pasa
y al lucero amanecer.
Mi pecho tiene un portal
sin cerrojo y sin candado
y una ventana hacia el mar.
Mi pecho es un bucanero
tripulante de un velero
sin nombre y sin bautizar.
Mi pecho es un surco abierto,
y es un volcán en reposo
y un patio con un parral.
Mi pecho tiene un rincón
donde todos mis hermanos
beberán del mismo vino,
comerán del mismo pan.
Alfredo Zitarrosa
miércoles, 3 de febrero de 2010
Un día como hoy...
…un 3 de febrero de 1959, en Buenos Aires, nacía Fabián Bielinsky. Lo perdimos en 2006. Nos dejó dos verdaderas joyas cinematográficas: Nueve reinas y El aura.
Para recordarlo, seleccioné algunas reflexiones que el director volcó en una entrevista realizada en 2005 por Julián Gorodischer, a propósito del estreno de El aura. *
Dice Bielinsky:
- “La idea era cruzar la línea moral establecida. Eso me resulta fascinante. En Nueve reinas ya lo trabajaba de un modo sutil, convenciendo al espectador de que se podía identificar con el delincuente, haciendo que desee saltar la línea y que la cosas funcionen en ese otro lado. En El aura hay un protagonista sin ningún elemento empático con el espectador, pero que de algún modo logra llevarnos con él en un viaje sin vuelta atrás.”
- “Lo raro y lo extraño eran pautas básicas de la película: tenía que serlo porque es un viaje a la cabeza de alguien que no para de pensar y de mirar, y que un día se ve llevado a tener que poner en práctica algo de todo eso. Es un viaje a zonas mentales excéntricas. Y quería que nunca se estuviera del todo seguro sobre si lo que se está viendo es real o una maquinación. La fantasía no debía ser tan diferenciable de lo real.”
- “La violencia no es glamorosa, nunca lo fue. Y los más grandes directores la trabajaban como irrupción dolorosa y oscura. No como una bella coreografía en la que en vez de haber zapatillas de baile hay espadas que cortan cabezas. Una pistola en la mano pesa y no hacen falta mil disparos para entender lo violento. Con uno solo alcanza, y es brutal.”
- “Soy contrario a toda generalización, no me gusta que ningún personaje represente más que a sí mismo. El peso específico de la narración va hacia la individualidad del sujeto: no hacia la interpretación en categorías o conjuntos.”
- “La mayoría de los pasos que da mi personaje no fueron decididos de antemano; las cosas le suceden; no acciona, reacciona. Y mi visión de lo que significa actuar es bastante oscura”.
- “Soy un espectador permanente y perpetuo. Voy a un ritmo propio. Podría haber intentado dirigir una película mucho antes de lo que lo hice, pero no lo hice. No fui yo el que tomó las riendas; fue un concurso. Las circunstancias decidieron que fuera yo, y a veces me da la sensación de que un día me senté en una silla de mi casa, e imaginé que es la silla del monitor en que ahora edito... que nada es cierto...”
* Fragmentos de un artículo publicado por el diario Página/12 (15/09/05). Ir al texto completo.
Para recordarlo, seleccioné algunas reflexiones que el director volcó en una entrevista realizada en 2005 por Julián Gorodischer, a propósito del estreno de El aura. *
Dice Bielinsky:
- “La idea era cruzar la línea moral establecida. Eso me resulta fascinante. En Nueve reinas ya lo trabajaba de un modo sutil, convenciendo al espectador de que se podía identificar con el delincuente, haciendo que desee saltar la línea y que la cosas funcionen en ese otro lado. En El aura hay un protagonista sin ningún elemento empático con el espectador, pero que de algún modo logra llevarnos con él en un viaje sin vuelta atrás.”
- “Lo raro y lo extraño eran pautas básicas de la película: tenía que serlo porque es un viaje a la cabeza de alguien que no para de pensar y de mirar, y que un día se ve llevado a tener que poner en práctica algo de todo eso. Es un viaje a zonas mentales excéntricas. Y quería que nunca se estuviera del todo seguro sobre si lo que se está viendo es real o una maquinación. La fantasía no debía ser tan diferenciable de lo real.”
- “La violencia no es glamorosa, nunca lo fue. Y los más grandes directores la trabajaban como irrupción dolorosa y oscura. No como una bella coreografía en la que en vez de haber zapatillas de baile hay espadas que cortan cabezas. Una pistola en la mano pesa y no hacen falta mil disparos para entender lo violento. Con uno solo alcanza, y es brutal.”
- “Soy contrario a toda generalización, no me gusta que ningún personaje represente más que a sí mismo. El peso específico de la narración va hacia la individualidad del sujeto: no hacia la interpretación en categorías o conjuntos.”
- “La mayoría de los pasos que da mi personaje no fueron decididos de antemano; las cosas le suceden; no acciona, reacciona. Y mi visión de lo que significa actuar es bastante oscura”.
- “Soy un espectador permanente y perpetuo. Voy a un ritmo propio. Podría haber intentado dirigir una película mucho antes de lo que lo hice, pero no lo hice. No fui yo el que tomó las riendas; fue un concurso. Las circunstancias decidieron que fuera yo, y a veces me da la sensación de que un día me senté en una silla de mi casa, e imaginé que es la silla del monitor en que ahora edito... que nada es cierto...”
* Fragmentos de un artículo publicado por el diario Página/12 (15/09/05). Ir al texto completo.
martes, 2 de febrero de 2010
Equilibrios
"Lo grave y difícil es que el equilibrio artístico es diferente para cada cual y, personalmente, nunca he podido convencerme de que este equilibrio tuviera que ser únicamente un equilibrio de la historia. Dedico mucho tiempo a reestablecer el equilibrio en una película, pero no se me ocurre creer que sólo tenga que reestablecerlo con elementos de 'acción'. Se puede reestablecer el equilibrio con un objeto encima de la mesa, con un color si la película es en color, con una frase que puede no querer decir nada pero que tiene menos peso o más peso que la frase dicha justo antes."
Jean Renoir
(Citado por Alain Bergala en su libro La hipótesis del cine. Ed. Laertes.)
lunes, 1 de febrero de 2010
Hoy me pasa el amor de parte a parte
Hoy me pasa el amor de parte a parte.
Temo encontrarte y no reconocerte.
Temo extender la mano y no tocarte.
Temo girar los ojos y no verte.
Temo gritar tu nombre y no nombrarte...
Temo estar caminando por la muerte.
Antonio Gala
En la imagen: Michelle Pfeiffer y Al Pacino en Frankie & Johnny (¿nos cansaremos algún día de ver esta película?)
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