“La cultura del mercado ha construido un gusto ágil que divaga por el arte y no lo habita como casero, ni como voyerista en la fascinación de la obra. El arte masivo se ha vuelto tan común que antes de ser visto, está sobre todo “pre-visto”; “pre-juzgado”, “pre-consumido”. Arte para consumir no para contemplar. La mirada desinteresada estética que exigía Kant, pierde aquí su magnitud: el ojo receptor va dirigido a un artefacto artístico que se entroniza por su efecto publicitario y telemático. No hay pues contemplación sino espectacularización.
(…)
Al arte de lo ágil, lo frágil y fácil se le concede un tiempo de saltos hipertextuales cuyo resultado es un gusto hipermedial y ecléctico. Esto es algo positivo en tanto que fragmenta al discurso duro sobre el gusto, y da ciertas pluralidades y divergencias en la percepción de la obra de arte. Sin embargo, no es por la heterogeneidad y liberalidad de gustos por la que disparamos nuestra alarma; es por la ingravidez y falta de mirada activa y deseante que la proliferación de imágenes ha impulsado; es decir, por la pérdida del sentimiento de habitar, dialogar, vivenciar con ese universo diverso e infinito del arte. Se cuestiona desde la eticidad estética, y no desde el moralismo nostálgico intelectual, al turista artístico, al zapping estético promovido como el deber ser del hombre actualizado.”
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Al arte de lo ágil, lo frágil y fácil se le concede un tiempo de saltos hipertextuales cuyo resultado es un gusto hipermedial y ecléctico. Esto es algo positivo en tanto que fragmenta al discurso duro sobre el gusto, y da ciertas pluralidades y divergencias en la percepción de la obra de arte. Sin embargo, no es por la heterogeneidad y liberalidad de gustos por la que disparamos nuestra alarma; es por la ingravidez y falta de mirada activa y deseante que la proliferación de imágenes ha impulsado; es decir, por la pérdida del sentimiento de habitar, dialogar, vivenciar con ese universo diverso e infinito del arte. Se cuestiona desde la eticidad estética, y no desde el moralismo nostálgico intelectual, al turista artístico, al zapping estético promovido como el deber ser del hombre actualizado.”
* Fragmento de su ensayo “Estética y globalización”. Ir al texto completo.
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