Publicado en enero de 2010
Sam parece un náufrago, con su barba espesa, el pelo desprolijo, los ojos ajados. Un Robinson Crusoe melancólico en el lado oscuro de la luna. Lo único que quiere es volver a casa, donde lo esperan su esposa y su hija. Él cree que aún lo esperan. Pasaron casi tres años en esa estación espacial dedicada a producir energía para enviar a la Tierra. Astronauta y minero a la vez, Sam está a punto de cumplir su ciclo de trabajo para Lunar Industries, pero perdió la comunicación con el exterior por culpa de un satélite averiado. El aislamiento es absoluto. Estamos en el futuro. Lejano o no, no importa mucho. O sí.
Aplausos entonces para Duncan Jones, gestor de esta ópera prima de notable austeridad narrativa y madurez filosófica, que además ofrece una extraordinaria actuación de Sam Rockwell. Moon (aquí rebautizada con el título En la luna) apunta a la sorpresa y por eso no conviene revelar mucho más sobre ella: les sugiero que se suban a la nave para dejarse interpelar por lo ambiguo de la historia, incluso cuando la película parezca atascarse en un callejón sin salida. Ese es precisamente el punto de no retorno en donde deberá imponerse la pregunta por lo humano. ¿Qué nos hace seres únicos e irrepetibles? ¿Nuestros deseos? ¿Los recuerdos? ¿O será la capacidad de decir que no? Moon ensaya algunas respuestas con este cuento futurista de dolorosa belleza.
En la luna
Moon (Reino Unido, 2009)
Dirección: Duncan Jones
Estreno directo a DVD
Editado por Sony Pictures
A mi también me gustó mucho. Y creo que además de los interrogantes que planteas la película también funciona en otro nivel, como un ingenioso rompecabezas al estilo de La dimensión desconocida. Una pena que no haya pasado por los cines.
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