El martes 2 de febrero abre otra vez sus puertas el Cine Club Núcleo, con la proyección del film sueco Los hombres que no amaban a las mujeres, dirigido por Niels Arden Opley. Es la primera película de la saga "Millennium", la exitosa trilogía de novelas escrita por Stieg Larsson. Las funciones son a las 18 y a las 20.45 en el Cine Gaumont del barrio de Congreso.
Fundado por el maestro Salvador Sammaritano en 1952, Núcleo ya se ha convertido en un imperdible ritual semanal para los cinéfilos porteños. Las actividades se realizan todos los martes a las 18 y 20.30 con los pre-estrenos más esperados en el Cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635), mientras que los lunes a las 19 es el turno del "Ciclo de Revisión" en el Complejo Tita Merello (Suipacha 442), en donde se exhiben grandes clásicos de todos los tiempos. Además, el segundo y cuarto domingo de cada mes a las 11 de la mañana (¡sí, estupenda manera de arrancar el domingo!) en el Gaumont se proyectan films de reciente estreno comercial que hayan pasado inadvertidos en la cartelera.
Próximamente se exhibirán Crazy Heart (con Jeff Bridges, favorito para el Oscar por este film), El desinformante (de Steven Soderbergh, con Matt Damon) y Un hombre serio (de los Coen), entre otros importantes títulos programados para este año.
Para informes, inscripciones de nuevos socios y renovaciones anticipadas, se estará atendiendo los días viernes 29 y sábado 30 de enero de 18.30 a 20.30 en la sala Gaumont (Congreso). Cuando arranque la temporada, la programación semanal del cineclub se podrá consultar las 24 horas del día en el teléfono 4825-4102.
sábado, 30 de enero de 2010
miércoles, 27 de enero de 2010
Un gusto ágil
Por Carlos Fajardo Fajardo *
* Fragmento de su ensayo “Estética y globalización”. Ir al texto completo.
“La cultura del mercado ha construido un gusto ágil que divaga por el arte y no lo habita como casero, ni como voyerista en la fascinación de la obra. El arte masivo se ha vuelto tan común que antes de ser visto, está sobre todo “pre-visto”; “pre-juzgado”, “pre-consumido”. Arte para consumir no para contemplar. La mirada desinteresada estética que exigía Kant, pierde aquí su magnitud: el ojo receptor va dirigido a un artefacto artístico que se entroniza por su efecto publicitario y telemático. No hay pues contemplación sino espectacularización.
(…)
Al arte de lo ágil, lo frágil y fácil se le concede un tiempo de saltos hipertextuales cuyo resultado es un gusto hipermedial y ecléctico. Esto es algo positivo en tanto que fragmenta al discurso duro sobre el gusto, y da ciertas pluralidades y divergencias en la percepción de la obra de arte. Sin embargo, no es por la heterogeneidad y liberalidad de gustos por la que disparamos nuestra alarma; es por la ingravidez y falta de mirada activa y deseante que la proliferación de imágenes ha impulsado; es decir, por la pérdida del sentimiento de habitar, dialogar, vivenciar con ese universo diverso e infinito del arte. Se cuestiona desde la eticidad estética, y no desde el moralismo nostálgico intelectual, al turista artístico, al zapping estético promovido como el deber ser del hombre actualizado.”
(…)
Al arte de lo ágil, lo frágil y fácil se le concede un tiempo de saltos hipertextuales cuyo resultado es un gusto hipermedial y ecléctico. Esto es algo positivo en tanto que fragmenta al discurso duro sobre el gusto, y da ciertas pluralidades y divergencias en la percepción de la obra de arte. Sin embargo, no es por la heterogeneidad y liberalidad de gustos por la que disparamos nuestra alarma; es por la ingravidez y falta de mirada activa y deseante que la proliferación de imágenes ha impulsado; es decir, por la pérdida del sentimiento de habitar, dialogar, vivenciar con ese universo diverso e infinito del arte. Se cuestiona desde la eticidad estética, y no desde el moralismo nostálgico intelectual, al turista artístico, al zapping estético promovido como el deber ser del hombre actualizado.”
* Fragmento de su ensayo “Estética y globalización”. Ir al texto completo.
martes, 26 de enero de 2010
El hombre con su cuerpo
“Los hombres han perdido la costumbre de mirar las estrellas. Incluso, si se examinan sus vidas, se llega a la conclusión de que viven de dos maneras: Unos falseando el conocimiento de la verdad y otros aplastando la verdad. El primer grupo está compuesto por artistas, intelectuales. El grupo de los que aplastan la verdad lo forman los comerciantes, industriales, militares y políticos. ¿Qué es la verdad?, me dirá usted. La Verdad es el Hombre. El Hombre con su cuerpo. Los intelectuales, despreciando el cuerpo, han dicho: Busquemos la verdad, y la verdad la llaman a especular sobre abstracciones. Se han escrito libros sobre todas las cosas. Incluso sobre la psicología del que mira volar un mosquito. No se ría, que es así.”
Roberto Arlt (“Los Lanzallamas”)
Roberto Arlt (“Los Lanzallamas”)
domingo, 24 de enero de 2010
sábado, 23 de enero de 2010
Soneto para esperarte en una cafetería
Resulta que la historia estaba escrita
cuando yo quise hacerla a mi manera.
Cuando yo no quería que volviera
resulta que la historia resucita.
Resulta que en el tiempo de la cita
tendrán que hacer un banco de madera.
Al corazón le viene bien la espera,
quién sabe si además la necesita.
Azafatas de vuelo alicortado
van del café a las piñas tropicales
por aires ciudadanos y ruidosos.
Arriba el tiempo nuevo ha presentado
sus fluorescentes luces credenciales
y enrolla pergaminos luminosos.
Manuel Alcántara
La imagen pertenece a Three times (Zui hao de shi huang), hermoso film de Hou Hsiao Hsien.
cuando yo quise hacerla a mi manera.
Cuando yo no quería que volviera
resulta que la historia resucita.
Resulta que en el tiempo de la cita
tendrán que hacer un banco de madera.
Al corazón le viene bien la espera,
quién sabe si además la necesita.
Azafatas de vuelo alicortado
van del café a las piñas tropicales
por aires ciudadanos y ruidosos.
Arriba el tiempo nuevo ha presentado
sus fluorescentes luces credenciales
y enrolla pergaminos luminosos.
Manuel Alcántara
La imagen pertenece a Three times (Zui hao de shi huang), hermoso film de Hou Hsiao Hsien.
viernes, 22 de enero de 2010
Adaptaciones
Por Werner Herzog *
“Si no empezamos a adaptarnos, a través del lenguaje y las imágenes, a situaciones nuevas, nunca antes vistas, nuestro crecimiento como especie se atrofiará. Creo que es cuestión del ingenio y la inteligencia propias de los seres humanos, que deben aplicarse en nuestras capacidades lingüísticas, en la posibilidad de crear imágenes nuevas. La civilización humana sigue cultivando imágenes perimidas, que ya perdieron sentido hace rato. La imagen de Cristo, por ejemplo. ¿Por qué jamás se le ocurrió a nadie pintar un Jesús mofletudo, un Jesús sonriente? Sin imágenes nuevas, sin un nuevo lenguaje, no seremos capaces de adaptarnos a los cambios que se nos presentan. Como el efecto invernadero, por poner un solo caso. Uno de los problemas más serios para nuestra especie es que somos demasiados. Somos como 4 billones de personas de más para este planeta. ¿Cómo podemos resolver eso? No tengo idea. Lo que sé es que todas estas cosas van más allá del cine, son más importantes que el cine.”
* Fragmento de un artículo publicado hoy en el diario Página/12. Ir al texto completo.
“Si no empezamos a adaptarnos, a través del lenguaje y las imágenes, a situaciones nuevas, nunca antes vistas, nuestro crecimiento como especie se atrofiará. Creo que es cuestión del ingenio y la inteligencia propias de los seres humanos, que deben aplicarse en nuestras capacidades lingüísticas, en la posibilidad de crear imágenes nuevas. La civilización humana sigue cultivando imágenes perimidas, que ya perdieron sentido hace rato. La imagen de Cristo, por ejemplo. ¿Por qué jamás se le ocurrió a nadie pintar un Jesús mofletudo, un Jesús sonriente? Sin imágenes nuevas, sin un nuevo lenguaje, no seremos capaces de adaptarnos a los cambios que se nos presentan. Como el efecto invernadero, por poner un solo caso. Uno de los problemas más serios para nuestra especie es que somos demasiados. Somos como 4 billones de personas de más para este planeta. ¿Cómo podemos resolver eso? No tengo idea. Lo que sé es que todas estas cosas van más allá del cine, son más importantes que el cine.”
* Fragmento de un artículo publicado hoy en el diario Página/12. Ir al texto completo.
La imagen pertenece a la película The wild blue yonder.
miércoles, 20 de enero de 2010
90 años atrás...
...en la ciudad italiana de Rimini, nacía él.
“¿Queremos ser más valientes? ¿Queremos acabar de una vez por todas con las bellaquerías, las ilusiones erróneas, los fascismos, los convencionalismos, las pasiones estériles? Todo se ha roto. Ya no creemos en nada. ¿Y ahora qué? Se puede mirar alrededor con ojo crítico y con amor. Y con una cierta dosis de diversión volcada en el vivir mismo.”
Federico Fellini
(Citado por Carlos Colón Perales en su libro Fellini o lo fingido verdadero. Ed. Alfar).
Federico Fellini
(Citado por Carlos Colón Perales en su libro Fellini o lo fingido verdadero. Ed. Alfar).
martes, 19 de enero de 2010
Sherlock Holmes, de Guy Ritchie
Haciendo un esfuerzo por entender cómo funciona la cabeza de Guy Ritchie, supongamos que llegamos a aceptar los trazos "actualizados" de este nuevo Sherlock Holmes que más se resisten al verosímil instalado en el imaginario. Digamos que toleramos a este detective devenido superhéroe que se luce más con la acción física que con el arte de la deducción, que gusta de exhibir el torso desnudo cual émulo del Tyler Durden de Fight Club para luego saltar de una aventura a otra al ritmo de James Bond. De a poco nos acostumbramos a los azotes punk de la banda sonora y a las ingrávidas coreografías à la Matrix implantadas en el decorado decimonónico, mientras digerimos un caso policial difícil de asociar con los típicos enigmas de Arthur Conan Doyle. Con la mejor voluntad nos disponemos a acompañar a Ritchie en estas libertades, para toparnos finalmente con las más nítidas evidencias: impericia narrativa, confusión entre forma y fondo, desidia en la construcción de personajes.
Es un problema de exceso, que no pasa tanto por los firuletes visuales sino por la velocidad y los hachazos del montaje que convierten al film en una experiencia agotadora, porque las escenas estallan y sus partículas se disuelven, se pierden sin dejar rastro ni cumplir compromisos con la evolución del relato. Robert Downey Jr. gesticula en piloto automático mientras Jude Law y Rachel McAdams apenas tienen espacio para filtrar cierto color humano. Todos parecen figuritas troqueladas en esta Londres lúgubre creada digitalmente, un paisaje perturbador que bien podría haber sido aprovechado si Ritchie no estuviera tan cegado por sus destrezas videocliperas. En el medio, como si se tratara del espectáculo más simpático del mundo, asistimos a un par de ejecuciones en la horca resueltas "con ingenio" para despertar la algarabía del espectador. Nunca un Holmes estuvo tan desorientado.
Es un problema de exceso, que no pasa tanto por los firuletes visuales sino por la velocidad y los hachazos del montaje que convierten al film en una experiencia agotadora, porque las escenas estallan y sus partículas se disuelven, se pierden sin dejar rastro ni cumplir compromisos con la evolución del relato. Robert Downey Jr. gesticula en piloto automático mientras Jude Law y Rachel McAdams apenas tienen espacio para filtrar cierto color humano. Todos parecen figuritas troqueladas en esta Londres lúgubre creada digitalmente, un paisaje perturbador que bien podría haber sido aprovechado si Ritchie no estuviera tan cegado por sus destrezas videocliperas. En el medio, como si se tratara del espectáculo más simpático del mundo, asistimos a un par de ejecuciones en la horca resueltas "con ingenio" para despertar la algarabía del espectador. Nunca un Holmes estuvo tan desorientado.
lunes, 18 de enero de 2010
Mensaje a la poesía
No puedo
No es posible
Díganle que es totalmente imposible
Ahora no puede ser
Es imposible
No puedo
Díganle que estoy tristísimo, pero esta noche no puedo ir a su encuentro.
Cuéntenle que hay millones de cuerpos por enterrar
Muchas ciudades por reconstruir, mucha pobreza en el mundo;
Cuéntenle que hay en alguna parte del mundo
una criatura llorando
Y las mujeres están volviéndose locas
y hay legiones de ellas que tortura
la nostalgia de sus hombres; cuéntenle que hay un vacío
en los ojos de los parias, cuya inanición es extrema; cuéntenle
que la vergüenza, la deshonra, el suicidio, rondan el hogar
y que se quiere reconquistar la vida.
Vinícius de Moraes
No es posible
Díganle que es totalmente imposible
Ahora no puede ser
Es imposible
No puedo
Díganle que estoy tristísimo, pero esta noche no puedo ir a su encuentro.
Cuéntenle que hay millones de cuerpos por enterrar
Muchas ciudades por reconstruir, mucha pobreza en el mundo;
Cuéntenle que hay en alguna parte del mundo
una criatura llorando
Y las mujeres están volviéndose locas
y hay legiones de ellas que tortura
la nostalgia de sus hombres; cuéntenle que hay un vacío
en los ojos de los parias, cuya inanición es extrema; cuéntenle
que la vergüenza, la deshonra, el suicidio, rondan el hogar
y que se quiere reconquistar la vida.
Vinícius de Moraes
domingo, 17 de enero de 2010
Herzog y sus aventuras, en la sala Lugones
Caminar sobre hielo y fuego: los documentales de Werner Herzog
Este viernes 22 de enero comienza un ciclo dedicado a la obra documental del director de Fitzcarraldo, en la sala Leopoldo Lugones. La muestra agrupa 24 trabajos (muchos de ellos inéditos en el país) y se extiende hasta el jueves 4 de febrero.
Ya lo saben: a Herzog todo lo atrae, todo lo sacude, todo le interesa, por eso en sus películas avanza sobre los temas y hechos más diversos, esos enigmas siempre imprescindibles para pensar el lugar del Hombre en el mundo.
“Uno no puede preguntar realmente ¿Qué es la verdad? Lo mejor que puede hacer es aproximarse a una respuesta. Ni un matemático, ni un filósofo pueden responder esa pregunta. Es la búsqueda de esa respuesta, la necesidad de encontrarla lo que le da una razón a nuestra existencia. La verdad no puede ser capturada, no puede ser descripta completamente, y aún así debemos tratar de hacerlo. Hay algo dentro del corazón humano, dentro de su alma, que anhela este conocimiento y trata de entender el mundo como es, aún habiendo tantas preguntas que permanecen sin responder. Nosotros, como cineastas, solo en pocos momentos podemos dirigir a la audiencia a un lugar donde pueda observar la verdad de una forma más profunda, como si fuera extática, y a experimentar momentos de iluminación.”
Werner Herzog
La retrospectiva fue dividida en tres grandes capítulos, que agrupan los distintos films de acuerdo a sus núcleos formales y temáticos: 1) Creación y Apocalipsis, 2) Comienzo y fin del lenguaje y 3) Guerreros y victimarios.
Las funciones se realizarán del 22 de enero al 4 de febrero, en tres horarios 14.30, 18 y 21, en la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530). Las entradas cuestan 10 pesos (5 para jubilados y estudiantes). Ir al detalle del ciclo completo.
Este viernes 22 de enero comienza un ciclo dedicado a la obra documental del director de Fitzcarraldo, en la sala Leopoldo Lugones. La muestra agrupa 24 trabajos (muchos de ellos inéditos en el país) y se extiende hasta el jueves 4 de febrero.
Ya lo saben: a Herzog todo lo atrae, todo lo sacude, todo le interesa, por eso en sus películas avanza sobre los temas y hechos más diversos, esos enigmas siempre imprescindibles para pensar el lugar del Hombre en el mundo.
“Uno no puede preguntar realmente ¿Qué es la verdad? Lo mejor que puede hacer es aproximarse a una respuesta. Ni un matemático, ni un filósofo pueden responder esa pregunta. Es la búsqueda de esa respuesta, la necesidad de encontrarla lo que le da una razón a nuestra existencia. La verdad no puede ser capturada, no puede ser descripta completamente, y aún así debemos tratar de hacerlo. Hay algo dentro del corazón humano, dentro de su alma, que anhela este conocimiento y trata de entender el mundo como es, aún habiendo tantas preguntas que permanecen sin responder. Nosotros, como cineastas, solo en pocos momentos podemos dirigir a la audiencia a un lugar donde pueda observar la verdad de una forma más profunda, como si fuera extática, y a experimentar momentos de iluminación.”
Werner Herzog
La retrospectiva fue dividida en tres grandes capítulos, que agrupan los distintos films de acuerdo a sus núcleos formales y temáticos: 1) Creación y Apocalipsis, 2) Comienzo y fin del lenguaje y 3) Guerreros y victimarios.
Las funciones se realizarán del 22 de enero al 4 de febrero, en tres horarios 14.30, 18 y 21, en la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530). Las entradas cuestan 10 pesos (5 para jubilados y estudiantes). Ir al detalle del ciclo completo.
miércoles, 13 de enero de 2010
Final de partida, de Yôjirô Takita
El eje central de Final de partida (Okuribito) es la muerte. Más específicamente, un ritual japonés conocido como nôkan, que consiste en acicalar, perfumar, maquillar y vestir a los muertos antes de la cremación, en una ceremonia que es presenciada por los seres queridos. Quien se inicia en esta práctica es Daigo (Masahiro Motoki), un joven músico desempleado que consigue trabajo en una funeraria (muy bien remunerado, por cierto, ya que a nadie se le ocurre postularse para este puesto tan “poco decente”). Mientras le oculta el nuevo oficio a su mujer, Daigo intenta controlar la náusea a la hora de tocar cadáveres, hasta llegar a lo que parecería ser su mayor desafío como nôkanshi: un día desviste un cuerpo de aspecto femenino, para descubrir que no se trata de una mujer. Más que sorpresa, lo que se lee en la cara del muchacho es puro horror, impresión que vicia la atmósfera del film con una rara mezcla de ingenuidad y morbo retrógrado. La escena está muy lejos de calificar como gag, aunque el director Yôjirô Takita crea que sí. Y esa confusión de tono es lo que atraviesa todo el relato.
Desmitificar la muerte no significa trivializarla. Final de partida es la clase de film que irrita y descoloca porque desde su misma concepción no sabe cómo abordar su objeto. Por el lado de la comedia, los brochazos de humor negro -escatológico, incluso- carecen del ingenio suficiente como para llevar el juego al extremo del absurdo radical (imagino que un Kitano podría haber sacado chispas de esta historia). Por el costado dramático, el guión tironea los piolines del sentimentalismo más llano y convencional, compactando en un solo paquete todas las estrategias del formato “lección de vida”: amistad entre maestro y aprendiz, crisis y salvataje del matrimonio, vocación frustrada y luego recuperada con mayor pasión, reconciliación con el padre ausente, aceptación de la muerte para ser mejores personas, etc.
Es cierto que hay momentos emotivos, sobre todo en el acercamiento a las familias que afrontan las despedidas, pero, en conjunto, Final de partida es un producto calculado para seducir al público occidental. Un film que en lugar de narrar con naturalidad su propio latido local, se dedica a subrayar esas particularidades para vender cierto exotismo (no mucho, como para no espantar). Por ejemplo, la escena en donde el maestro (Tsutomu Yamazaki) convida a su alumno con testículos de pez globo: “Esto que ves... también es un cadáver. Los seres vivos se comen a los seres vivos para subsistir, ¿verdad? Si no quieres morir, tienes que comer”. Al rato los veremos a ambos dándose un desesperado atracón de pollo frito. Si las palabras y los gestos suenan explicativos y exagerados, es porque los personajes no los actúan para ellos, sino para nosotros, los espectadores supuestamente deseosos de detectar las diferencias culturales. Detrás de la pose, no hay nada. Cine made in Japan, for Hollywood.
Desmitificar la muerte no significa trivializarla. Final de partida es la clase de film que irrita y descoloca porque desde su misma concepción no sabe cómo abordar su objeto. Por el lado de la comedia, los brochazos de humor negro -escatológico, incluso- carecen del ingenio suficiente como para llevar el juego al extremo del absurdo radical (imagino que un Kitano podría haber sacado chispas de esta historia). Por el costado dramático, el guión tironea los piolines del sentimentalismo más llano y convencional, compactando en un solo paquete todas las estrategias del formato “lección de vida”: amistad entre maestro y aprendiz, crisis y salvataje del matrimonio, vocación frustrada y luego recuperada con mayor pasión, reconciliación con el padre ausente, aceptación de la muerte para ser mejores personas, etc.
Es cierto que hay momentos emotivos, sobre todo en el acercamiento a las familias que afrontan las despedidas, pero, en conjunto, Final de partida es un producto calculado para seducir al público occidental. Un film que en lugar de narrar con naturalidad su propio latido local, se dedica a subrayar esas particularidades para vender cierto exotismo (no mucho, como para no espantar). Por ejemplo, la escena en donde el maestro (Tsutomu Yamazaki) convida a su alumno con testículos de pez globo: “Esto que ves... también es un cadáver. Los seres vivos se comen a los seres vivos para subsistir, ¿verdad? Si no quieres morir, tienes que comer”. Al rato los veremos a ambos dándose un desesperado atracón de pollo frito. Si las palabras y los gestos suenan explicativos y exagerados, es porque los personajes no los actúan para ellos, sino para nosotros, los espectadores supuestamente deseosos de detectar las diferencias culturales. Detrás de la pose, no hay nada. Cine made in Japan, for Hollywood.
martes, 12 de enero de 2010
Un recuerdo
Muchas veces también,
por no decir que casi todas,
el amor se halla en las cosas más simples,
un botón desabrochado, un pañuelo
con indicios de alguien, la adivinanza
de una frase incompleta, o decir dos lo mismo
cuando no sabíamos qué decir, o un punto de sal
en la piel, o una raya
de plomo en una pierna. Todo aquello
que no esperábamos del amor, y que viene de él.
Entonces,
alargamos las manos, palpamos el objeto
deseado, nos lo quedamos, y no queremos
otro reino.
Márius Sampere
La imagen pertenece al film El rayo verde (Le rayon vert), que fue mi primer Rohmer, y por eso hoy sigue siendo el más querido.
por no decir que casi todas,
el amor se halla en las cosas más simples,
un botón desabrochado, un pañuelo
con indicios de alguien, la adivinanza
de una frase incompleta, o decir dos lo mismo
cuando no sabíamos qué decir, o un punto de sal
en la piel, o una raya
de plomo en una pierna. Todo aquello
que no esperábamos del amor, y que viene de él.
Entonces,
alargamos las manos, palpamos el objeto
deseado, nos lo quedamos, y no queremos
otro reino.
Márius Sampere
La imagen pertenece al film El rayo verde (Le rayon vert), que fue mi primer Rohmer, y por eso hoy sigue siendo el más querido.
lunes, 11 de enero de 2010
Instrucción cívica
"El cine te muestra que la nobleza es ventajosa para uno. Y eso no lo aprendés en la clase de Educación Cívica ni en la iglesia. Porque allí generalmente la nobleza está asociada al sacrificio, al tedio. Es como la escuela, en donde la cultura está asociada al aburrimiento. El cine te muestra y te hace sentir que eso no es verdad. Con la cultura la pasás muy bien. Disfrutás, te reís, escuchás buena música. Cuando se la trata de asociar a la doctrina, es un embole. Yo no sé quién las puede ver así, tanto a la nobleza como a la cultura. Evidentemente, alguien que las ignora, que no las disfruta, que tiene una relación solemne con esas cosas. Y el cine, en algún punto, a mí me ordenó, me hizo bien. Fue muy sano para mí. Entonces, como eso lo recibí, ahora lo quiero dar. Siento esa responsabilidad."
Damián Szifrón
(En una entrevista publicada en el número 174 de la revista El Amante).
sábado, 9 de enero de 2010
Intuiciones
“El arte a menudo consiste en resolver por impulso, por intuición, cuestiones que uno no necesariamente se ha planteado. La pincelada del pintor obedece en parte a una decisión lógica (este azul va a ir bien con el amarillo de la paleta limitada que el pintor se ha impuesto para esta tela), pero es el cuerpo, el ritmo del brazo y de la mano, es la intuición, lo que va a inscribir de esa manera, única y racionalmente inexplicable, esa pincelada azul en ese rincón de la tela. En el cine, el acto de decisión siempre es una mezcla de racionalidad, querer decir e intuición, instinto, reflejo. Salvo cuando no es arte sino mera comunicación-consumo.”
Alain Bergala (fragmento de su libro La hipótesis del cine)
En la imagen: Billy Wilder y Gloria Swanson en el set de Sunset Boulevard.
Alain Bergala (fragmento de su libro La hipótesis del cine)
En la imagen: Billy Wilder y Gloria Swanson en el set de Sunset Boulevard.
viernes, 8 de enero de 2010
Décimas
De nuevo perdí la ruta
navego por los desiertos
camino por mares muertos
la noche entera se enluta
El sol se metió en su gruta
los mares se hunden mojados
yo soy un nervio de atados
un llanto largo y profundo
No sé por qué me confundo
con tus amores cansados
De noche muestra la luna
su rostro alumbrado y triste
el cielo al fin se desviste
la muerte mece su cuna
Que al fin la mala fortuna
se vaya a dormir un rato
se quite traje y zapatos
se olvide de mi existencia
Que yo frente a su sentencia
declaro mi desacato
La vida es viaje fecundo
si hay puentes hacia los otros
Volaste el que había en nosotros,
te fuiste por esos mundos
El frío cayó rotundo
Tu olvido mostró los dientes
No sabes cómo se siente
temer este miedo mudo
Pasado el sueño a futuro
no sé vivir el presente
Pedro Aznar
navego por los desiertos
camino por mares muertos
la noche entera se enluta
El sol se metió en su gruta
los mares se hunden mojados
yo soy un nervio de atados
un llanto largo y profundo
No sé por qué me confundo
con tus amores cansados
De noche muestra la luna
su rostro alumbrado y triste
el cielo al fin se desviste
la muerte mece su cuna
Que al fin la mala fortuna
se vaya a dormir un rato
se quite traje y zapatos
se olvide de mi existencia
Que yo frente a su sentencia
declaro mi desacato
La vida es viaje fecundo
si hay puentes hacia los otros
Volaste el que había en nosotros,
te fuiste por esos mundos
El frío cayó rotundo
Tu olvido mostró los dientes
No sabes cómo se siente
temer este miedo mudo
Pasado el sueño a futuro
no sé vivir el presente
Pedro Aznar
En la imagen: River Phoenix en Mi mundo privado (My own private Idaho), de Gus Van Sant.
jueves, 7 de enero de 2010
Acné, de Federico Veiroj
De origen uruguayo y con un amplio recorrido por festivales, Acné es otra película sobre los adolescentes y el sexo, con una variante que parecería ubicarla en un lugar más tierno que osado: más que las voluptuosidades y la pornografía, lo que inquieta al protagonista es la posibilidad de un beso.
Rafa cumple el ritual de rigor y debuta con la meretriz del barrio, aunque sin contacto boca a boca. Tampoco sabe cómo encarar a la compañerita rubia de la que está enamorado. Tímido, acomplejado, un tanto alienado, Rafael Bregman acata la rutina del colegio, las clases de tenis y piano, las costumbres de la comunidad judía, y cada tanto visita a alguna prostituta o se divierte con sus amigos, entre póker y tragos. Vive en Montevideo, con sus dos hermanos y sus padres opacos y pudientes. Rafa solo quiere un beso, uno real, de una mujer, en los labios. Toda la trama consistirá en conseguirlo, y no habrá mucho más que eso.
Para comprender las dificultades del protagonista, evidentemente fue necesario trasladar la anécdota a los años 80, antes de que Internet y la promiscuidad cool de nuestros tiempos licuaran los tabúes del sexo. Tal vez la intención era demostrar que aquella adolescencia -¿más ingenua?- ofrecía misterios para el cine que no pueden hallarse en la actualidad. Pero ni siquiera el marco de época es aprovechado por el director Federico Veiroj, que no logra ver más allá de Rafa para alumbrar su contexto vital (un buen ejemplo es el retrato de los padres, que lucen como dos espectros sin peso alguno). Acné se queda en el molde, en la repetición, en lo seguro.
Lo curioso es que el actor principal, Alejandro Tocar, es lo suficientemente enrulado como para remitir al protagonista de Cara de queso, film del argentino Ariel Winograd estrenado hace un par de años, centrado en un country de los '90 habitado por familias judías. Cara de queso es una película chiquita y por momentos muy divertida, que se recuerda con cariño aun con sus flaquezas, simplemente porque tiene aquello que a Acné le falta: riesgo.
Rafa cumple el ritual de rigor y debuta con la meretriz del barrio, aunque sin contacto boca a boca. Tampoco sabe cómo encarar a la compañerita rubia de la que está enamorado. Tímido, acomplejado, un tanto alienado, Rafael Bregman acata la rutina del colegio, las clases de tenis y piano, las costumbres de la comunidad judía, y cada tanto visita a alguna prostituta o se divierte con sus amigos, entre póker y tragos. Vive en Montevideo, con sus dos hermanos y sus padres opacos y pudientes. Rafa solo quiere un beso, uno real, de una mujer, en los labios. Toda la trama consistirá en conseguirlo, y no habrá mucho más que eso.
Para comprender las dificultades del protagonista, evidentemente fue necesario trasladar la anécdota a los años 80, antes de que Internet y la promiscuidad cool de nuestros tiempos licuaran los tabúes del sexo. Tal vez la intención era demostrar que aquella adolescencia -¿más ingenua?- ofrecía misterios para el cine que no pueden hallarse en la actualidad. Pero ni siquiera el marco de época es aprovechado por el director Federico Veiroj, que no logra ver más allá de Rafa para alumbrar su contexto vital (un buen ejemplo es el retrato de los padres, que lucen como dos espectros sin peso alguno). Acné se queda en el molde, en la repetición, en lo seguro.
Lo curioso es que el actor principal, Alejandro Tocar, es lo suficientemente enrulado como para remitir al protagonista de Cara de queso, film del argentino Ariel Winograd estrenado hace un par de años, centrado en un country de los '90 habitado por familias judías. Cara de queso es una película chiquita y por momentos muy divertida, que se recuerda con cariño aun con sus flaquezas, simplemente porque tiene aquello que a Acné le falta: riesgo.
martes, 5 de enero de 2010
Extraño huésped
Es extraño este huésped
este amor
cuanto más me despoja
más me colma.
Claribel Alegría
La imagen pertenece al film Un loco amor (Non ti muovere, 2004), dirigido y protagonizado por el gran Sergio Castellitto.
este amor
cuanto más me despoja
más me colma.
Claribel Alegría
La imagen pertenece al film Un loco amor (Non ti muovere, 2004), dirigido y protagonizado por el gran Sergio Castellitto.
lunes, 4 de enero de 2010
Hace 50 años...
…nos dejaba uno de los pensadores más brillantes del siglo XX.
Por Albert Camus *
¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice que no. Pero si se niega, no renuncia: es además un hombre que dice que sí desde su primer movimiento. Un esclavo, que ha recibido órdenes durante toda su vida, juzga de pronto inaceptable una nueva orden. ¿Cuál es el contenido de ese “no”?
Significa, por ejemplo, “las cosas han durado demasiado”, “hasta ahora, sí; en adelante, no”, ”vas demasiado lejos”, y también “hay un límite que no pasaréis”. En suma, ese “no” afírma la existencia de una frontera. Vuelve a encontrarse la misma idea de límite en ese sentimiento del rebelde de que el otro “exagera”, de que no extiende su derecho más allá de una frontera a partir de la cual otro derecho le hace frente y lo limita. Así, el movimiento de rebelión se apoya, al mismo tiempo, en el rechazo categórico de una intrusión juzgada intolerable y en la certidumbre confusa de un buen derecho; más exactamente, en la impresión del rebelde de que “tiene derecho a…”. La rebelión va acompañada de la sensación de tener uno mismo, de alguna manera y en alguna parte, razón. En esto es en lo que el esclavo rebelado dice al mismo tiempo sí y no. Afirma, al mismo tiempo que la frontera, todo lo que sospecha y quiere conservar más acá de la frontera. Demuestra, con obstinación, que hay en él algo que "vale la pena de...", que exige vigilancia. De cierta manera opone al orden que le oprime una especie de derecho a no ser oprimido más allá de lo que puede admitir.
Al mismo tiempo que la repulsión con respecto al intruso, hay en toda rebelión una adhesión entera o instantánea del hombre a cierta parte de sí mismo. Hace, pues, que intervenga implícitamente un juicio de valor, y tan poco gratuito que lo mantiene en medio de los peligros. Hasta entonces se callaba, por lo menos, abandonado a esa desesperación en que se acepta una situación aunque se la juzgue injusta. Callarse es dejar creer que no se juzga ni se desea nada y, en ciertos casos, es no desear nada en efecto. La desesperación, como lo absurdo, juzga y desea todo en general y nada en particular. El silencio la traduce bien. Pero desde el momento en que habla, aunque diga que no, desea y juzga. El rebelde (es decir, el que se vuelve o revuelve contra algo), da media vuelta. Marchaba bajo el látigo del amo y he aquí que hace frente. Opone lo que es preferible a lo que no lo es. Todo valor no implica la rebelión, pero todo movimiento de rebelión invoca tácitamente un valor. (…)
Ahora tenemos que preguntarnos si este valor vuelve a encontrarse en las formas contemporáneas del pensamiento y de la acción rebeldes y, si se encuentra en ellos, tenemos también que precisar su contenido. Pero, advirtámoslo antes de proseguir, el fundamento de ese valor es la rebelión misma. La solidaridad de los hombres se funda en el movimiento de rebelión y éste, a su vez, no encuentra justificación sino en esa complicidad. Tendremos, por lo tanto, derecho a decir que toda rebelión que se autoriza a negar o a destruir esta solidaridad pierde por ello el nombre de rebelión y coincide en realidad con un consentimiento homicida. Del mismo modo esta solidaridad fuera de lo sagrado sólo adquiere vida al nivel de la rebelión. Para ser, el hombre debe sublevarse pero su rebelión debe respetar el límite que descubre ella misma, allí donde los hombres, al juntarse, comienzan a ser. El pensamiento rebelde no puede, por lo tanto, prescindir de la memoria: es una tensión perpetua. Al seguirlo en sus obras y sus actos tendremos que decir siempre si permanece fiel a su nobleza primera o si, por cansancio y locura, la olvida contrariamente, en una embriaguez de tiranía o de servidumbre.
Entre tanto, he aquí el primer progreso que el espíritu de rebelión hace realizar a una reflexión anteriormente imbuida de la absurdidad y de la aparente esterilidad del mundo. En la experiencia absurda el sufrimiento es individual. A partir del movimiento de rebelión, tiene conciencia de ser colectivo, es la aventura de todos. El primer progreso de un espíritu extrañado consiste, por lo tanto, en reconocer que comparte esa extrañeza con todos los hombres y que la realidad humana, en su totalidad, sufre a causa de esa distancia en relación con ella y con el mundo. El mal que experimentaba un solo hombre se convierte en una peste colectiva. En nuestra prueba cotidiana la rebelión desempeña el mismo papel que el "cogito" en el orden del pensamiento: es la primera evidencia. Pero esta evidencia saca al individuo de su soledad. Es un lazo común que funda en todos los hombres el primer valor. Yo me rebelo, luego nosotros somos.
* Fragmentos del libro El hombre rebelde. Buenos Aires, Losada, 1981.
Por Albert Camus *
¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice que no. Pero si se niega, no renuncia: es además un hombre que dice que sí desde su primer movimiento. Un esclavo, que ha recibido órdenes durante toda su vida, juzga de pronto inaceptable una nueva orden. ¿Cuál es el contenido de ese “no”?
Significa, por ejemplo, “las cosas han durado demasiado”, “hasta ahora, sí; en adelante, no”, ”vas demasiado lejos”, y también “hay un límite que no pasaréis”. En suma, ese “no” afírma la existencia de una frontera. Vuelve a encontrarse la misma idea de límite en ese sentimiento del rebelde de que el otro “exagera”, de que no extiende su derecho más allá de una frontera a partir de la cual otro derecho le hace frente y lo limita. Así, el movimiento de rebelión se apoya, al mismo tiempo, en el rechazo categórico de una intrusión juzgada intolerable y en la certidumbre confusa de un buen derecho; más exactamente, en la impresión del rebelde de que “tiene derecho a…”. La rebelión va acompañada de la sensación de tener uno mismo, de alguna manera y en alguna parte, razón. En esto es en lo que el esclavo rebelado dice al mismo tiempo sí y no. Afirma, al mismo tiempo que la frontera, todo lo que sospecha y quiere conservar más acá de la frontera. Demuestra, con obstinación, que hay en él algo que "vale la pena de...", que exige vigilancia. De cierta manera opone al orden que le oprime una especie de derecho a no ser oprimido más allá de lo que puede admitir.
Al mismo tiempo que la repulsión con respecto al intruso, hay en toda rebelión una adhesión entera o instantánea del hombre a cierta parte de sí mismo. Hace, pues, que intervenga implícitamente un juicio de valor, y tan poco gratuito que lo mantiene en medio de los peligros. Hasta entonces se callaba, por lo menos, abandonado a esa desesperación en que se acepta una situación aunque se la juzgue injusta. Callarse es dejar creer que no se juzga ni se desea nada y, en ciertos casos, es no desear nada en efecto. La desesperación, como lo absurdo, juzga y desea todo en general y nada en particular. El silencio la traduce bien. Pero desde el momento en que habla, aunque diga que no, desea y juzga. El rebelde (es decir, el que se vuelve o revuelve contra algo), da media vuelta. Marchaba bajo el látigo del amo y he aquí que hace frente. Opone lo que es preferible a lo que no lo es. Todo valor no implica la rebelión, pero todo movimiento de rebelión invoca tácitamente un valor. (…)
Ahora tenemos que preguntarnos si este valor vuelve a encontrarse en las formas contemporáneas del pensamiento y de la acción rebeldes y, si se encuentra en ellos, tenemos también que precisar su contenido. Pero, advirtámoslo antes de proseguir, el fundamento de ese valor es la rebelión misma. La solidaridad de los hombres se funda en el movimiento de rebelión y éste, a su vez, no encuentra justificación sino en esa complicidad. Tendremos, por lo tanto, derecho a decir que toda rebelión que se autoriza a negar o a destruir esta solidaridad pierde por ello el nombre de rebelión y coincide en realidad con un consentimiento homicida. Del mismo modo esta solidaridad fuera de lo sagrado sólo adquiere vida al nivel de la rebelión. Para ser, el hombre debe sublevarse pero su rebelión debe respetar el límite que descubre ella misma, allí donde los hombres, al juntarse, comienzan a ser. El pensamiento rebelde no puede, por lo tanto, prescindir de la memoria: es una tensión perpetua. Al seguirlo en sus obras y sus actos tendremos que decir siempre si permanece fiel a su nobleza primera o si, por cansancio y locura, la olvida contrariamente, en una embriaguez de tiranía o de servidumbre.
Entre tanto, he aquí el primer progreso que el espíritu de rebelión hace realizar a una reflexión anteriormente imbuida de la absurdidad y de la aparente esterilidad del mundo. En la experiencia absurda el sufrimiento es individual. A partir del movimiento de rebelión, tiene conciencia de ser colectivo, es la aventura de todos. El primer progreso de un espíritu extrañado consiste, por lo tanto, en reconocer que comparte esa extrañeza con todos los hombres y que la realidad humana, en su totalidad, sufre a causa de esa distancia en relación con ella y con el mundo. El mal que experimentaba un solo hombre se convierte en una peste colectiva. En nuestra prueba cotidiana la rebelión desempeña el mismo papel que el "cogito" en el orden del pensamiento: es la primera evidencia. Pero esta evidencia saca al individuo de su soledad. Es un lazo común que funda en todos los hombres el primer valor. Yo me rebelo, luego nosotros somos.
* Fragmentos del libro El hombre rebelde. Buenos Aires, Losada, 1981.
domingo, 3 de enero de 2010
Y es ahora o nunca
Y es ahora y no nunca
precisamente siempre,
cuando el náufrago desciende sin memoria
preguntando preguntándose
refrescando el olvido
de esa herida reciente
que no sangra ni alumbra.
Manantiales de humo.
Pactemos la mentira amenazante
que mana del recuerdo.
La verdad será siempre
una eterna mentira.
Aprendamos a ser más allá de nosotros.
Rosana Acquaroni
precisamente siempre,
cuando el náufrago desciende sin memoria
preguntando preguntándose
refrescando el olvido
de esa herida reciente
que no sangra ni alumbra.
Manantiales de humo.
Pactemos la mentira amenazante
que mana del recuerdo.
La verdad será siempre
una eterna mentira.
Aprendamos a ser más allá de nosotros.
Rosana Acquaroni
En la imagen: Clive Owen en el film Niños del hombre (Children of men), de Alfonso Cuarón.
sábado, 2 de enero de 2010
Adelante, 2010
“Voy a alargar caminos de caricia,
con algo de dulzura entre los dientes
y un garabato tibio en los cabellos,
para que el poco sueño que aún nos queda
no se nos caiga.”
Roberto Juarroz
con algo de dulzura entre los dientes
y un garabato tibio en los cabellos,
para que el poco sueño que aún nos queda
no se nos caiga.”
Roberto Juarroz
Simplemente, el deseo de siempre: abrir lo ojos, temer un poco menos, querer un poco más. No tengo duda de que los caminos existen: sólo hay que encontrarlos. Y empezar a actuar.
Por un 2010 de esperanzas y sorpresas.
Caro
Caro
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