“La dificultad actual para el arte de hacer algo revulsivo, de instaurar un corte en la cadena lingüística y que ese corte se expanda a la comunidad toda, es decir, de expandir la anomalía en el seno de las relaciones sociales, es insoportable. Sin embargo, las condiciones estético-políticas que generaron ese momento de felicidad que fueron las vanguardias artísticas no han desaparecido. Algo similar ocurre con la revolución política. En suspenso el ideal revolucionario, las condiciones que generaron el levantamiento permanecen intactas. La trampa del discurso hegemónico consiste en afirmar que no sólo la revolución fue un error, una locura: sino, sobre todo, que hoy ya no existe nada que justifique la insurrección. Desmontar esa argumentación debería ser la tarea del pensamiento crítico. La situación es análoga en el terreno artístico: que la vanguardia haya sido absorbida por el museo, la publicidad y la industria cultural, o aún más, entrever que desde su origen la vanguardia llevaba en sí las condiciones para ser absorbidas, no debería impedir que expresemos nuestra desolación frente a la situación actual.”
Damián Tabarosvky
(Literatura de izquierda. Editorial Beatriz Viterbo).
La imagen pertenece a la performance "Coyote: Me gusta América y a América le gusto yo" (1974), de Joseph Beuys.
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