Hay hombres que nunca partirán,
y se les ve en los ojos,
pues uno recuerda sus ojos muchos años después de que han
partido.
Pueden estar lejanos,
pueden aparecer a medianoche
(si están muertos)
y jugar a que viven.
Pero siempre, con la desolación de su ausencia,
uno comprende que no han vivido en vano,
y que su esperanza
es la única esperanza digna de ser vivida.
Y los hombres que nunca partirán
suelen no aparecer en los periódicos,
no se habla de ellos en las radios,
su imagen no gesticula en la televisión:
no son gente importante,
no circulan entre las altas esferas.
Son aquellos
que aceptaron el sufrimiento
y lo hicieron suyo para la salvación de otros hombres
sin decir una sola palabra:
pero dejaron abiertos, bien abiertos sus ojos
para que nunca los olvidemos cuando ellos hayan partido.
Miguel Arteche Salinas
La imagen pertenece a Liverpool, inquietante film dirigido por Lisandro Alonso.
Miro esos ojos de lunes a sábados...
ResponderEliminarDe pronto recordé que me debo Liverpool. Se agradece el recordatorio.
ResponderEliminarAndrea: tu mensaje me dejó con intriga. Y veo que tenés un flamante blog, así que ¡mucha suerte!.
ResponderEliminarMartín: "Liverpool" es muy rara, como todo Alonso. Pero intuyo que es de las tuyas. Un abrazo.