En el bello libro titulado “Imágenes”, que reúne recuerdos, notas de rodaje, reflexiones sobre el cine y otras catarsis, el director sueco escribe estas líneas en torno de su película Persona (1966):
Por Ingmar Bergman *
La señora Vogler ansía la verdad. La ha buscado por todas partes y a veces ha creído encontrar algo sólido, algo duradero, pero de pronto el suelo ha cedido. La verdad se ha diluido y desaparecido o en el peor de los casos se ha convertido en una falsedad.
Mi arte no puede digerir, transformar u olvidar a aquel niño de la fotografía. Tampoco al hombre que arde por su fe.
Soy incapaz de entender las grandes catástrofes. Dejan mi mente impasible. Posiblemente pueda leer la narración de esos horrores con una especie de voluptuosidad -una pornografía del horror. Pero jamás logro librarme de esas imágenes. Convierten mi arte en payasadas, en algo sin importancia, en cualquier cosa. La cuestión es, tal vez, la siguiente: ¿tiene el arte posibilidades de sobrevivir si no es como actividad de tiempo libre?
¡Esos tonos, esos números de circo, todas esas pamplinas, esa engreída autosatisfacción! Si a pesar de esto sigo trabajando como artista, ya no lo hago como excusa y juego de adultos, sino con plena conciencia de que trabajo con una convención aceptada que, en algunos raros instantes, nos puede dar, a mí y a mis prójimos, algunos segundos de alivio y reflexión. La misión fundamental de mi profesión es, finalmente, proporcionarme sustento y, mientras nadie cuestione en serio este hecho, seguiré realizando mis obras por puro instinto de conservación.
* Fragmento del libro de memorias “Imágenes”, publicado por Tusquets (Barcelona, 1992).
La fotografía del Ghetto de Varsovia es el eje de una estremecedora escena del film Persona.
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