sábado, 11 de abril de 2009

"La vida es muy inexplicable..."

Adolfo Bioy Casares, en diálogo con Jorge Urien Berri *

- ¿Por qué escribe?

- Uno empieza a escribir porque le gusta, nada más. Y después tiene la revelación de que escribir da sentido a la vida. Además, da mucha fuerza. Pienso que hasta las cosas desagradables que me pasan, si son interesantes, se transforman en algo grato porque me permiten escribir y contarlas. Me pregunto si no seré un maniático de la literatura, porque a todo el mundo le digo: "Trate de escribir, va a ver qué bueno que es". Porque creo que lo fortalece a uno. La vida es muy inexplicable… tenemos una conciencia, tenemos sueños, tenemos una verdadera vocación de inmortalidad y el cuerpo tiene una verdadera vocación de mortalidad y está continuamente mostrándonos nuestra decadencia, cómo nos vamos deshaciendo y perdiendo. Entonces, si no hay esa posibilidad de descubrir cosas y analizarlas…

- ¿Escribir es vivir otras vidas?

- Es como tener otra vida, puede ser. Otra vida hecha con la misma vida. Agregamos cuartos a nuestra casa. A veces, a las casas de los demás. Alguna vez dije que para soportar la historia contemporánea lo mejor era escribirla. Con la vida tal vez pasa algo así. Quiero decir que si no tuviéramos el consuelo de comentarla, la vida sería más dura. Los comentadores tenemos esa suerte de ocupar nuestro pensamiento, que con la imaginación, la crítica, la ironía y el patetismo nos da siempre otros jardines para pasear y estar tranquilos.

- ¿Así se da sentido a la...?

- No, el sentido de la vida me parece que es vacío.

- ¿Porque no hay nada después de la muerte?

- Porque no hay nada después y todo se borrará.

- ¿Esto no le da más valor a la vida, el hecho de que todo se juega aquí?

- Estoy seguro de que le da un valor para jugarla decorosamente y no ser nunca inescrupuloso ni agarrar un puesto público y ser ministro y tratar de que el otro deje de ser ministro. No, porque la vida es corta.


* Fragmento de una entrevista publicada en el suplemento ADN del diario La Nación, el sábado 28 de febrero de 2009.

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