Naturaleza muerta (Still life) es una película fascinante. Íntima y política. De esas que atontan un poco, porque al mismo tiempo que respira belleza en cada una de sus escenas, transmite una desolación inmensa. La sigo pensando, sus imágenes regresan con su color verde agua, las palabras que esbozo le quedan pequeñas. Es una buena excusa para dejar que el mismo director, el chino Jia Zhang-ke, hable sobre esta obra.
Lo que sigue son fragmentos de una entrevista realizada por David Williams, y publicada en el diario Página/12.
–Naturaleza muerta es su segundo proyecto relacionado con la construcción de la represa de las Tres Gargantas. Previamente usted había filmado Dong, documental sobre un artista plástico, cuyo tema son los habitantes de la zona. ¿Cómo tuvo la idea de filmar un film de ficción sobre el mismo asunto?
–La idea se impuso por sí misma. El proyecto de la represa es tan desmesurado y dramático, que es casi inevitable filmar una película de ficción sobre él. Tenga en cuenta que a la larga la construcción de esa represa ubicada en el río Yangtzé va a terminar dejando trece ciudades bajo el agua, obligando al éxodo a dos millones de personas. Yo nunca había estado en la zona antes de visitarla para filmar Dong, y cuando llegué me shockeó la rapidez con que se tiraban abajo todas esas ciudades. Era una imagen digna de una invasión extraterrestre, o de la caída de una bomba nuclear.
–En este film reaparece el que tal vez sea un eje fundante de su obra: las tensiones entre los individuos y las fuerzas de la Historia. Tensiones que en este caso se manifiestan a través de la construcción de esa represa que deberá proveer de energía a “la nueva China”.
–Creo que más que de mi obra, el de los cambios históricos es un tema clave del mundo contemporáneo. En particular en mi país, donde la modernización se da en forma masiva y dramática. No es algo nuevo: ya sucedió en el Japón de posguerra. Y en Taiwán, cuando se derrotó al comunismo. El proceso de mutación que el sistema entero está viviendo hoy en día en China es de dimensiones gigantescas, dando la sensación de estar más allá del control de la gente.
–En Naturaleza muerta ese choque adquiere forma física: un mundo, una cultura, un pasado común son sumergidos, de modo literal.
–Mis compatriotas parecen no advertir hasta qué punto los cambios llevados adelante en la última década tienden a sepultar el pasado, la historia previa. Es necesario que cada uno sepa cómo proceder, qué hacer para seguir en control de la propia vida. De eso habla Naturaleza muerta: de la necesidad de hacer elecciones personales, para no perder la libertad.
–¿Cuál es su opinión sobre este gigantesco proceso de cambios en el que su país se halla embarcado?
–Me da la impresión de que es como un dragón que devora su propia cola. El país marcha hacia adelante, pero lo que se obtiene como producto de ese avance es desproporcionado en relación con lo que se pierde.
Traducción de Horacio Bernades
Entrevista publicada en Página/12 (17-10-08)
2 comentarios:
Carolina
La vi el domingo, me parecio una pelicula sobre dos escalas, social e individual, que en China adquiere distancias siderales, moviendose a ritmos diferentes. Esa asincronia, parece reflejarse en las morales de los dos protagonistas, que no logran "adaptarse". El traveling del comienzo me parecio deslumbrante.
saludos
Osvaldo
Carolina
Que bueno que te gustó. Naturaleza Muerta es una de esos tesoros del cine asiático, tan lejos del panfleto de denuncia como del cine recalentado.
Saludos,
r.
Publicar un comentario