Radiografías. Voces. Imágenes borrosas. Cegadores destellos de luz. “Sr. Bauby: mantenga los ojos abiertos”.
Minutos después el médico explica el diagnóstico: “Usted ha sufrido lo que se llama un accidente cerebrovascular que ha dañado el tronco cerebral, que no funciona más. El tronco cerebral es un elemento esencial de nuestra computadora interna, que conecta el cerebro con la médula espinal. No voy a andar con rodeos: usted está paralizado de pies a cabeza. Ya ha visto que no puede hablar. No puede hablar. Usted sufre de lo que llamamos… el síndrome Locked-in. No sé si le servirá de consuelo, pero es un síndrome extremadamente atípico. No sabemos qué lo causa. Usted no fuma, bebe poco. Me temo que es un hecho inexplicable. En definitiva, aunque tiene una parálisis total, todo lo demás... funciona normal, de modo que hay esperanza”.
Quien escucha esta sentencia es Jean-Dominique Bauby, protagonista de este film basado en una historia real que tuvo lugar en Francia. En 1995, este padre de familia de apenas cuarenta años, que trabajaba como editor de la revista Elle, quedó totalmente inmovilizado en la cama de un hospital tras sufrir una inesperada descompensación. Lo único que podía mover era su ojo izquierdo, a través del cual logró comunicarse con el mundo. En ese ojo suplicante se funda la matriz visual de La escafandra y la mariposa (Le scaphandre et le papillon).
La teoría del cine denomina “cámara subjetiva” al recurso mediante el cual la cámara busca emular la mirada de un personaje: la imagen reproduce su punto de vista. Lo que nosotros vemos como espectadores es lo mismo que el personaje está observando en ese instante en el universo ficcional. Desde las primeras escenas, la película del norteamericano Julian Schnabel -que además de cineasta, es un reconocido artista plástico- nos compenetra con la conciencia del protagonista: sólo vemos y oímos lo que él percibe. También escuchamos lo que piensa y visualizamos lo que imagina y recuerda. Paisajes, flores, mujeres, risas, cielos, glaciares. El espacio se libera, pero la sensación física permanece. La impotencia hierve bajo la piel. Estamos atrapados en un cuerpo. Sonidos huidizos, rostros recortados, imágenes flotantes. Es una cárcel. No podemos movernos. No podemos gritar.
Hasta que en un momento Bauby (interpretado por el enorme Mathieu Amalric) se reconoce en un reflejo, y desde entonces el relato se permite la exterioridad: con diversos flash-backs descubriremos su enérgica vida previa al accidente, y también lo veremos en la camilla y en su silla de ruedas, solo o acompañado por médicos, familiares o amigos. De todas formas, la alternancia con el registro objetivo no contribuye a aplacar la angustia: estamos ante una historia trágica narrada con el más franco realismo.
No es una película perfecta. Quizás podrían haberse evitado las escenas oníricas jugadas en los pasillos del hospital, que poco aportan a la evolución dramática, así como ciertas líneas de diálogo de tono abiertamente aleccionador, pero no son más que detalles ínfimos frente a la intensidad desplegada por el film en su conjunto. Porque lo extraordinario de esta historia es que Bauby escribió un libro: con la ayuda de una asistente que le dictaba sistemáticamente un abecedario, Bauby logró dejar un testimonio. Cada vez que ella mencionaba la letra apropiada, él guiñaba el ojo. De a poco, con una paciencia ciclópea, se fueron tejiendo las palabras. Más tarde las oraciones. Y finalmente, el milagro.
O no. Tal vez no sea cuestión de milagros, ni de destinos, ni de fe (si bien el relato desliza reflexiones sobre estos temas y muchos más). Tal vez ni siquiera sea un asunto de vida o muerte. Lo que este film explora es algo casi imposible de graficar, palpar o identificar; algo que quizás se asemeje a eso que llaman espíritu.
La escafandra y la mariposa representa una experiencia estética devastadora y a la vez luminosa. La gesta de este hombre eriza el alma. Nos reduce a hormigas. No importa cuán inmersos estemos en la subjetividad del personaje: no somos él. La imagen solo intenta rozar ese inclasificable estado del ser, intuyéndolo apenas, noblemente. Padecemos su horror pero sabemos todo el tiempo que nosotros sí podemos hablar, podemos besar, podemos espantar una mosca si nos molesta. Es que no estamos desarrollados todavía como especie para comprender la inconmensurabilidad de la voluntad humana. El día que seamos conscientes de ese inaudito poder, la Historia será otra, decididamente.
Es impresioante Caro: ví un paciente así (la dolencia tiene un nombre específico que he olvidado) y nos llamron para una "entrevista". Ideamos - sin saber qu eso había que hacer- un diálogo en el que hacíamos entrevistas que nos contastaba por sí o por no, obviamente. Lo que lo mejoró anímicamente fue que nos ocupáramos de él y respondía a eso con gran dedicación. Era un hombre mayor. Lo dieron de alta y no supimos más de él.
ResponderEliminarEramos del equipo de Interconsultas de S. mENTAL.
DE UN hOSPITAL DE cONURBANO.
lO QUE NO SÉ ES CÓMO, EN TANTO PELÍCULA, PUEDE NO SER UN TANTO SENTIMENTALOIDE. dEBE SER UN CAPO EL DIRECTOR. Un beso. Martha
Martha: lo que sorprende del film es que precisamente todo el tiempo bordea el sentimentalismo, pero no se regodea en él. Hay algunas imágenes "fuertes", es cierto, -y en cierta medida me parecen inevitables- pero el guión sabe matizar el golpe bajo apelando esporádicamente al humor y la ironía. Es una película muy difícil de clasificar.
ResponderEliminarGracias por tu aporte.
no vi la pelicula aun, pero siempre lo llamativo es la conexion de algun lugar no clasificado no medido no ubicable pero no por eso menos real del cuerpo y lo que lo anima , ànima , alma ,de cualquier manera que sea nombrado, es por eso que deambulamos por este mundo siempre en falta y en busca de ...aunque no nos demos cuenta , despues que la vea me animare a decir algo si es que puedo. Pregunta: que lo habra animado a este director para mirar por el ojo de la falta? .te escucho cuando mi trabajo me lo permite , por la radio, y entro siempre a este blog.El dia que me "anime" hare tu taller de introduccion al lenguaje del cine, no hago nada cercano o si; despues de todo la manera puede ser diferente pero el fin es el mismo , llegar al otro .
ResponderEliminarcon un abrazo.techi.
Caro: Ayer fui a ver la película para escribir sobre la misma: te agradezco tu cmentario con el que coincido en gran parte.
ResponderEliminarLo que observé es que la gente abandonaba, se iba. La ví en el Lorca. Creo que para el que no está "entrenado" este película que habla de la castración(simbólica) es extremadamente dura, pese a que apela al humor y a la imaginación. Un beso. Martha
Es una gran película, de un gran artista plástico. Se basa en efectos visuales,vibrantes, envolventes, angustiantes. Todo desde la percepción de ese único ojo, ventana al mundo y ventana al alma y a la inteligencia de Jean-Do.
ResponderEliminarPor momentos la película es claustrofóbica. La escena en la que cosen el ojo inválido es terrible.
Pero en otras partes,muy bella: me encantaron las escenas de la playa y sobretodo la visita a Lourdes.
La imaginación y la inteligencia del protagonista nos demuestran el impresionante valor de la voluntad humana y la adptación a las situaciones más hostiles (es interesantísimo el paralelismo de la experiencia del enfermo con la del hombre que estuvo cuatro años secuestrado).
Pero también está la solidaridad, en la ex-mujer, en las dos paramédicas, en la mujer que lo ayuda a escribir el libro. Son importantes también los fuertes lazos familiares (padre, hijos)como nexo con la vida.
Ese es para mí el gran mérito de una película como esta: demostrarnos de un modo poético, para nada sensiblero, hasta qué punto los milagros se realizan cuando un ser humano se propone junto a otros derribar toda barrera, haciendo posible lo que para la mayoría es imposible.
"La identificación primaria en el cine designa la capacidad del espectador para identificarse con el aparato de base, con el ojo de la cámara" Esto lo leí en los apuntes de uno de los cursos de Carolina.
ResponderEliminarSer uno ojo puede ser doloroso. Sobretodo cuando ese ojo pertenecía a un cuerpo y ahora se ha quedado solo.
Difícil describir con palabras el aluvión de sensaciones, sentimientos y pensamientos que pasan por uno en el transcurso de la película. Nunca salí tan movilizado de un cine. Me llevo preguntas, probablemente esenciales: ¿qué somos?, ¿qué es estar vivo?, ¿vida es sinónimo de conciencia, de memoria, de imaginación?, ¿cuando no podemos mirar hacia afuera nos queda mirar hacia adentro?, ¿hasta donde manejamos nuestro cuerpo, hasta donde nuestro cuerpo nos maneja?, ¿es ilusoria la libertad del desplazamiento?, ¿podemos ser libres sin movernos?
La única certeza que me dejó esta película es que es reduccionista (e ignorante) decir que el cine es sólo entretenimiento. (esto lo digo por los varios comentarios que leí por la web que se referían a la película como "aburrida")
Para saber mirar primero hay que entrenar el ojo.
Voy a usar adjetivos que usó Eleonora: esta peli es angustiante y claustrofóbica (me recordó a "Irreversible", no sé si la criticaste). Me dio urticaria, ganas de moverme al sentir y ver tanta quietud, de gritar o pegarle al protagonista para que se moviera o a los pesonajes para que lo pudieran escuchar. Muy movilizante y cuando esto me pasa (cuando dejo la pasividad de las "pochocleras" y cuando evito lo magnánimo del vacío) estoy en presencia del arte.
ResponderEliminarNota al paso: En House M.D. capítulo 19 de la temporda 5 (la última) se hace un "omenaje" para no decir plagio a esta película. Después de surfear la net no encontré que haya nadie que lo haya denunciado o advertido, sólo lgunos comentan que se "parece" a la película "The diving bell and the butterfly", ¿pero sólo se "parece"? ¡Es choreo!
Perdón por comerme la "H" en Homenaje!
ResponderEliminar