domingo, 2 de diciembre de 2007

Hotel New Rose, de Abel Ferrara

Abel Ferrara es terco. Después del fracaso de The Blackout en 1997, muchos críticos se apresuraron a decretar la decadencia del realizador neoyorquino, sin tener en cuenta que sólo un año antes había pergeñado la extraordinaria El Funeral. En 1998 el director filmó Hotel New Rose, obra que se estrenó en Europa pero que nunca llegó a las salas comerciales de Estados Unidos. ¿Relegado en su propio país? Tal vez, aunque a él no le importó demasiado. Prefirió rendir honor a su origen independiente y se mantuvo fiel a sus obsesiones. Sí, Ferrara es terco… afortunadamente.


La película está basada en un cuento del escritor de culto William Gibson, quien ha sido bautizado como el padrino de la literatura “Cyberpunk” a partir de su exitosa novela futurista "Neuromancer" (1984). La elección puede resultar extraña en Ferrara, que a pesar de haber incursionado en el terreno fantástico con Body Snatchers (1993) y The Addiction (1995), es conocido principalmente por el crudo realismo labrado a la perfección en obras como El rey de Nueva York (1990) y Un maldito policía (1992). Con Hotel New Rose el cineasta escapa a todos los géneros y ofrece un envolvente ejercicio de estilo rico en intrigas y erotismo, sin dejar de hurgar con avidez en los temas que marcaron su carrera: la codicia, la traición, la claudicación frente al deseo.

En un futuro indeterminado y opaco, en donde el espionaje corporativo se ha convertido en un negocio fecundo gracias al poder furtivo de las más finas tecnologías, Fox (Christopher Walken) y X (Willem Dafoe) son socios especializados en el tráfico de talentos industriales. Su próximo objetivo es un genio de la genética llamado Hiroshi; si consiguen que el científico deje su trabajo para aceptar un puesto en la compañía rival, ellos reciben cien millones de dólares. Los amigos contratan entonces a la prostituta Sandii (Asia Argento), quien será la encargada de seducir al ingeniero japonés para que abandone a su familia y a su empresa.

La narración elíptica contribuye al misterio mientras el director sumerge al espectador en un curioso estado de trance al trabajar con rutilantes primeros planos, colores saturados y múltiples registros (tomas en fílmico, cámaras digitales, imágenes de grano grueso). El guión elige un desarrollo minimalista de la trama para abocarse a la construcción de los personajes y la red de tensiones entre ellos. Asia Argento se luce en el rol de femme fatale y Walken enaltece la película con la tibia mordacidad que lo caracteriza, aunque sin dudas es el gran Dafoe quien tiene el mejor papel. Con su porte taciturno y su triste deambular por hoteles sofocantes y clubes nocturnos, el enamorado X es quien conjuga los enigmas humanos que a Ferrara le interesa explorar.

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