Dirección: Estela Bravo
Origen: EE.UU./Cuba (2010)
Sección: Competencia internacional (mediometrajes)
Dos puntos flojos hacen que, por momentos, el trabajo de la realizadora Estela Bravo se vea opacado por cierto esmalte “institucional”. En primer lugar, resulta desafortunada e invasiva la música incidental, sobre todo cuando contrasta tanto con las bellas canciones interpretadas por Candi Sosa (una de la protagonistas) y otras melodías nacidas de los espacios reales registrados por el film. El otro aspecto que irrita un poco es la forma en que el relato anticipa, subraya y vende -ya desde el título- el regreso a Cuba, el “cierre del círculo”, la chance de “hacer las paces”, etc. Son los temas centrales de la película, por supuesto, pero también son parte de la intimidad de los participantes, de sus silencios, y en más de un momento da la sensación de que los entrevistados están arrinconados, deslizando quizás alguna frase hecha simplemente porque la cámara está ahí y demanda testimonios. Por eso es tan conmovedora la escena del final, con el show de bienvenida de los niños en el teatro: allí todo es más espontáneo.
Más allá de la historia, quizás lo más interesante del film sea lo que sugiere en relación al idioma y su rol en la identidad. Es algo sutil, y admito que no sé hasta qué punto esto fue deliberado o es sólo una inferencia mía. Antes del viaje a Cuba, los protagonistas son entrevistados en sus residencias de EE. UU., donde los escuchamos hablar en inglés, aunque mechando algunas líneas en castellano. La primera impresión parecería indicarnos que estos hombres y mujeres se convirtieron en norteamericanos. Nos lo dice la imagen que los presenta: un corte de pelo, un gesto, hasta una forma especial de delinearse los ojos. Pero son prejuicios, reflejos mecánicos del espectador, rebatidos enseguida por los propios protagonistas, que pronto empiezan a hablar en español con inconfundible tono cubano, sin ningún rastro de destierro, ningún acento inglés. Uno de ellos, Ed Canler, el que más se acerca a la clásica fisonomía anglosajona, es el único que sólo se expresa en inglés durante la primera parte del film. Olvidó su idioma, pensamos, pero cuando Canler aterriza en la isla y por fin escuchamos su español, sorprende comprobar que él tampoco perdió ni un solo matiz de su lengua nativa. Los cinco protagonistas parecen haber cuidado con orgullo cada palabra, cada cadencia de su idioma. ¿Cómo lo hicieron? ¿Con quién conversaban mientras crecían rodeados de angloparlantes? ¿Soñaban en cubano? ¿Extrañaban en cubano? Que un documental despierte esta clase de preguntas alcanza para justificar su visión. Es lo que queda una vez que el film se desprende del molde. Los bordes reveladores. Las hermosas reverberaciones.
Operación Peter Pan se proyecta nuevamente el domingo 25/03 a las 12.50 en el cine Gaumont. (Para ver la programación del fesival: http://ficip.com.ar/nuevo/)
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